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Después de haberte contado la importancia del índice, te presento el segundo artículo de Consejos para escribir: ortografía, gramática y ortotipografía. O, si prefieres un título menos académico, «aquello que la gente se pasa por el forro».

El contenido versa sobre aspectos técnicos relacionados con las reglas del lenguaje, aunque evitaré la terminología profesional siempre que me sea posible. De esta manera, descubrirás cosas tan maravillosas como el diccionario, las tildes, los objetos, el gerundio, la coma criminal, y un sinfín de herramientas más con las que convertirte en talibán del idioma, nivel Dios.

Consejos para escribir: ortografía, gramática y ortotipografía

Aparte de para ganarte el odio de tus amistades, y de erigirte en el azote de la sección de comentarios en Internet, la ortografía, gramática y ortotipografía constituyen la Biblia (o el Corán, el Avesta, los Vedas, etc.) de los escritores.

De hecho, sus reglas ocupan casi el mismo tamaño que los libros sagrados citados, por lo que sabrás excusar (o agradecer) que me limite a la mención de unos pocos. Ya verás, te lo pasarás en grande cuando los leas.

«¡Deja que la gramática, la puntuación y la ortografía entren en tu vida! Incluso el desorden más energético y maravilloso tiene que convertirse en frases».

Terry Pratchett

La ortografía

Raro es el menú de un restaurante donde no haya una falta de ortografía. Es más, a veces pienso que se trata de un requisito ineludible, al igual que las traducciones literales de los platos en inglés.

En un libro, sin embargo, resulta más llamativo. O doloroso, si lo prefieres, puesto que se supone que los escritores dominamos el idioma y sus reglas ortográficas. Por eso, cuando las cometemos, como somos tan orgullosos, no las llamamos «errores», sino «erratas». No obstante, ya escribiré otro artículo sobre este tema.

La función principal de la ortografía consiste en servir de código universal para representar palabras, porque el porqué de su existencia garantiza por qué sabes que mi cuidadora encuentra un árbol en un lugar lejano cuando lees «Mi aya halla un haya allá» o que ensalzo la belleza de una alambrada si escribo: «¡Vaya valla!».

Luego, tenemos las tildes, esos palitos que aparecen sobre las vocales. Seguro que desearás que quien las haya inventado se vaya con viento fresco, dado que «frio» implica calor (María frio un huevo), pero «frío» te deja helado, de la misma manera que en un «río» ruge el agua, y en «rio», suena una carcajada (María se rio con tu comentario).

Por lo tanto, utiliza un diccionario cada vez que te surjan dudas o surge una palabra cuya grafía varía en varias situaciones. La RAE cuenta con uno digital muy chulo, que conjuga los verbos, te dice si una palabra admite dos escrituras (pabilo/pábilo), reconoce «murciégalo» (aunque como palabra en desuso), solventa cualquier duda sobre tildes y te explica la diferencia entre «hostia» y «ostia».

La gramática

Si la ortografía define el modo en el que se escriben las palabras, la gramática te indica el orden en el que se colocan dentro de una frase, y qué puedes y no puedes escribir.

Vamos con la primera definición. Una estructura gramatical académica típica es: sujeto seguido de un verbo y, este, a su vez, de un objeto relacionado con él. Es decir, «Juan come pan» constituye el parangón de la perfección posicional. «Juan come en la cocina», también. Pero, si las unieses en una sola frase, la forma correcta sería «Juan come pan en la cocina», dado que el verbo «comer» es transitivo y, por ende, precede a un objeto directo.

Esto no quiere decir que «Juan come en la cocina pan» esté mal, porque nuestro idioma (a diferencia del inglés) permite cierta libertad de posición para los bloques, lo cual a tus textos vidilla da. Pero, determinadas reglas no tanta como para saltarse. En efecto, esta frase es un ejemplo de posicionamiento gramatical erróneo.

Todo cambio de posición entre objetos rompe la línea esperada por parte del lector, de tal manera que anticipa, enfatiza, resalta, contrasta o prioriza un elemento. Observa la diferencia que hay entre «Vente al cine mañana» (canónico) y «Vente mañana al cine» (no canónico) a la hora de enfatizar o anticipar el momento de la acción sobre el lugar esperado.

Dicho de otra forma, la gramática española autoriza las alteraciones de orden con el fin de llamar la atención del lector sobre un aspecto concreto. Es más, esto es lo que convierte a la poesía en algo bello, aparte de facilitar su rima.

No obstante, también distraen y generan ambigüedades. Por lo tanto, corres el riesgo de que tu texto pierda sentido, impacto o interés, además de hacerlo completamente incomprensible.

Seguimos con la gramática

Horas me pasaría, y horas me faltarían para demostrarte que no hay más Flandes que la gramática. Pero, las leyes del SEO son tan estrictas como poco románticas. Así que, pasaré a la segunda parte de la definición: qué puedes y no puedes escribir.

De toda la cornucopia gramatical, he escogido dos frutas muy sabrosas con las que deleitaré tu paladar. La primera, el queísmo. La otra, el uso del gerundio.

El queísmo es la víctima del miedo a cometer un dequeísmo. Tantas veces nos han dicho que «de que» es incorrecto, que nos olvidamos que es obligatorio en una serie de construcciones. Si esta frase te parece que está bien escrita, me temo que contiene un queísmo: nos olvidamos de que sería la forma correcta. Asegúrate de que no te pase lo mismo, y alégrate de que exista este enlace sobre el queísmo. Ahora, te hablaré de la causa de que me haya retrasado en la publicación de mi próxima novela: el puto gerundio. No me escondo; es mi cruz y mi perdición. Me gusta tanto su sonido que lo uso mal por ansioso. Ya me entenderás cuando leas lo que viene a continuación.

— Luis fumaba un puro, bebiendo güisqui en la terraza. (Al mismo tiempo que / Mientras bebía. Excelente).
— Luis dio un sorbo a su bebida, encontrando un pelo en el vaso. (Mal, porque encuentra el pelo DESPUÉS de haber bebido. […], y encontró un pelo…).
— Luis había encendido su puro usando un mechero. (Explica cómo lo encendió. Perfecto).
— Luis vio a sus vecinos usando un mechero (Mal, porque genera una ambigüedad. ¿Quién usaba el mechero? ¿Luis? ¿O sus vecinos?)

Hay más reglas sobre el uso del gerundio, pero mejor apréndete bien estas antes de conocer el resto.

La ortotipografía

El último de los Consejos para escribir: ortografía, gramática y ortotipografía corresponde a una serie de símbolos y decoración que, además de embellecer la apariencia final de tu libro, logran que:

  • Tus textos sean comprensibles y legibles.
  • El lector distinga entre narración, diálogo, cita, pensamiento, etc.
  • Tengas más posibilidades de publicar, ganar algún premio, obtener buenas críticas…
  • Aprendas la diferencia entre escribir y escribir bien.

Pues sí, me refiero al empleo de la coma, los puntos suspensivos, los guiones, las comillas y la cursiva . A ver, hay más, pero solo te hablaré de estos, ya que resultan imprescindibles si quieres que tomen a tus libros en serio.

La coma

Este signo ortográfico, al que unos evitan, y otros multiplican, sirve para delimitar, separar, enumerar, diferenciar y marcar diferentes partes y significados dentro de una oración.

Sin embargo, me interesa que conozcas la coma criminal. Se conoce con este nombre a una coma que se coloca entre el sujeto y el verbo o el verbo y el objeto, de tal manera que matas a la frase. Por lo tanto, no la pongas jamás, porque está tipificada como delito.

— Lola, baila en la discoteca.
— Lola baila, en la discoteca.

Aun así, esta coma es válida cuando introduces información a modo de inciso, pero también si el sujeto termina con un etcétera o si actúa de vocativo. Es decir, que estas frases respetan la ley:

— Lola, después de cenar, baila en la discoteca.
— Lola baila, y muy bien, en la discoteca.
— Lola, su familia, sus vecinos, sus amigos, etc., bailan en la discoteca.
— Lola, baila, por favor.

Los puntos suspensivos

Mambo, mafia y cha cha chá compone una comiquísima trilogía de libros; el azufre, el mercurio y la sal representan el cuerpo, el alma y el espíritu en la alquimia; Brahmā, Viṣṇu y Śiva establecen la Trimurti hinduista, y tres son también los puntos suspensivos.

Ni uno más, ni uno menos. Así que, asegúrate de que sabes contar antes de utilizarlos, por favor.

En general, su principal función es la de realizar una pausa, dejar una frase sin terminar, omitir alguna palabra o transmitir suspenso, aunque te recomiendo que no abuses de esta opción. Mas que nada, porque es fácil que confundas a quien la lea.

— Lo tenía por aquí… Espera, que alguien se lo ha llevado.
— No falla, basta que necesites algo…
— La madre que me…
— Un momento. Viene alguien…

Además, ejercen de punto al final de una frase si esta no continúa. En caso contrario, lo siguiente que escribas irá en minúscula.

— Puede que esté… No, aquí no hay nada.

— Puede que esté… en otro cajón.
— Voy a mirar en el almacén…, pero no tengo la llave.

Por otro lado, los puntos suspensivos sustituyen a etcétera, y aparecen en las citas para indicar que has prescindido de una parte de la misma. Eso sí, dentro de corchetes o paréntesis.

«Ser o no ser, esa es la cuestión […] Esta es la consideración que hace nuestra infelicidad tan larga».

Hamlet, Shakespeare.

Los guiones

Esto es un guion corto (-), que sirve para unir palabras compuestas que lo necesiten, como «hispano-brasileño». Luego, hay más normas, que no te interesan, porque este apartado te descubrirá la existencia del guion largo, más conocido como raya (—).

No pierdas el tiempo buscándolo. Para escribirlo, pulsa Control + Alt y el símbolo del guion que se encuentra en el teclado numérico. En Windows, claro. Para el resto, mira este artículo.

Ahora que lo has localizado, acostúmbrate a él, dado que este símbolo se emplea para introducir diálogos, listados con guiones (mira las frases que he puesto de ejemplo) y comentarios —como este— en medio de una oración.

Las comillas

Quien quiera que diseñara el teclado español no pensó en que los escritores lo utilizarían. Lo digo en serio. Seguro que crees que las comillas son estas: “ “. Pues no; son estas: «». Las anteriores (comillas inglesas) solo sirven para introducir comillas dentro de las segundas comillas, que se llaman angulares, latinas o españolas. Y, si necesitas introducir otras comillas más, entonces utiliza las simples.

— «Me dijo que “tal vez, ‘colega’, tal vez” antes de marcharse».

El caso es que, si quieres usarlas, o bien las insertas como objeto o bien las configuras de alguna manera con el autocorrector. Por ejemplo, yo las tengo programadas para que aparezcan cuando escribo << y >>.

Vayamos con su uso: citas textuales, aplicar un tono especial o referirte a una palabra concreta. Con esto ya tienes suficiente, ya que el resto de tus dudas te las resolverá el último apartado.

— «Todo tonto está convencido; y todos convencidos son tontos» (Baltasar Gracián).
— Claro, claro, tu amigo es «muy simpático». (Ironía).
— La palabra «comillas» proviene del griego.

Espera, que me falta una cosa, aunque ya te habrás dado cuenta de que el punto se pone después del cierre de las comillas españolas.

La cursiva

Te felicito por haber aguantado tamaño rollo que te he soltado. Has llegado al final de los Consejos para escribir: ortografía, gramática y ortotipografía, y lo has hecho con estilo, porque la cursiva no es más que un efecto que reproduce la escritura a mano.

Debido a esto, es habitual que se aplique la cursiva en citas textuales. Bueno, pues es un error. Las citas (consulta el apartado anterior) solo se escriben entrecomilladas.

Venga, te cuento su uso correcto rápido y, si te ha gustado lo que has leído, dale al corazón que palpita solitario al principio del artículo o compártelo por redes con tus amistades y seres queridos.

  • Títulos de obras de arte, películas, canciones, libros…: Las increíbles aventuras de Mr. Flowers es un libro muy entretenido.
  • Apodos: José Martínez Ruíz, alias Azorín, formó parte de la generación del 98.
  • Extranjerismos: Dale al like si te ha gustado este artículo.
  • Incorrecciones o palabras inventadas: Se me ha rompido el coche.
  • Género científico: El Solanum lycopersicum, más conocido como tomate…
  • Enfatizar o destacar palabras y frases: Realmente, hoy hace mucho frío.