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Detrás de un libro siempre hay otra historia que, raras veces, se cuenta. Los escritores nos limitamos a exponer el argumento mientras que las editoriales dicen cosas como «Un libro imprescindible», «Te conquistará», «La novela de este año» o «El autor/La autora más relevante del siglo». Bueno, pues las anécdotas, detalles y curiosidades de MuArte te mostrarán el making of de este libro indispensable, una novela que ha revolucionado la historia de la literatura, cuyas páginas te cautivarán nada más empezar a leerlas, por gentileza de un autor sin el cual no se podría entender este milenio.

Cómo surgió MuArte

Sarasvati plantó la semilla de MuArte cuando comencé la verdadera escritura de Las Quimbambas. Tan solo era una idea, un chispazo bergsoniano que se grabó en mi memoria y que, años más tarde, daría lugar al primer apartado del libro (la presentación de El Asesino).

«gric, grac».

MuArte, Jose Flores.

De repente, en diciembre de 2016, leí una noticia que cambiaría el destino de MuArte: un policía mata al embajador de Rusia en Turquía durante la inauguración de una exposición en una galería de arte. Las imágenes del asesino, rodeado de cuadros, blandiendo un arma, despertaron de su letargo a la semilla. Todavía no era más que un brote, cierto, pero ahora sabía que el arte lo convertiría en planta.

Con todo, ese proyecto estaba muy verde. Tras Nuevayorkana, tenía dos historias compitiendo entre ellas por salir a la luz. Una, Quiquiribú. La otra, Las increíbles aventuras de mr. Flowers. Cuatro meses después, terminé las dos. Había llegado el momento de MuArte.

En aquel momento, me enfrentaba a varios problemas. El menor de ellos, el título (se llamaba Bruselas, por entonces). El mayor, el contenido. Si bien el planteamiento de una novela negra ambientada dentro del mundo artístico sonaba bien, Sarasvati opinaba lo contrario.

«La idea le gustaba, pero no le encantaba».

MuArte, Jose Flores.

Por recomendación de la diosa, cambié al detective por el filósofo con el fin resolver una duda trascendental en lugar de un crimen: «¿Qué es el arte?». Para ello, pensé que el arte moderno y contemporáneo constituiría un hilo conductor muy apropiado, puesto que ofrece un interesante punto de conflicto tanto entre legos como entre expertos. En ese momento, entraron en escena las emociones. Y Sarasvati sonrió.

La documentación

¿Sabes cuánta documentación existe sobre arte moderno? Una barbaridad. ¿Sabes cuánta sobre emociones? Muy poca. Y, esto, antes de pasar el filtro de calidad a los materiales. Échale un vistazo a la bibliografía que aparece al final de MuArte para que entiendas a lo que me refiero.

Además de los libros que ahí menciono, he leído bastantes más que, desafortunadamente, al final no intervinieron en la historia. Al menos, ampliaron mi visión y comprensión acerca del arte y de las emociones, ya que ambos temas tienen una cosa en común: su densidad comunicativa.

He tratado de transmitirte ese conocimiento de una manera asequible, aunque soy consciente de que ciertos aspectos resultarán duros a tus ojos. Con toda seguridad, alguna frase que otra la leerás un par de veces hasta que cobre sentido en tu mente.

Aun así, la propia dinámica de MuArte te ayudará a entenderlos. No te asustes, que es un libro fácil, pero la parte técnica del mismo requiere un vocabulario muy específico y concreto.

Gran parte de la lectura la desarrollé en el transporte público, donde los títulos de las obras llamaron la atención de varias personas. Dejando a un lado a los estudiantes de arte que me preguntaron si yo también estaba haciendo la carrera, guardo un par de anécdotas excelsas (las dos, en el metro) sobre esta parte del proceso de escritura.

Una anécdota entrañable

La primera sucedió mientras leía un libro de filósofos griegos donde buscaba referencias acerca del tratamiento de las emociones en la época helena. Absorto como estaba, no me percaté de que la mujer sentada a mi lado estaba leyendo por encima de mi hombro.

De pronto, me dirigió la palabra para decirme que había alucinado con los estudios de Demócrito, puesto que ella trabajaba con temas de cuántica, y todo lo que acababa de ver explicaba su trabajo a la perfección. Es más, me pidió el título del libro para comprarlo.

Luego, cambió la conversación intelectual por el flirteo, que duró poco, ya que me bajé en la siguiente parada.

«Moraleja: pasa del Tinder y llévate un libro al metro. Si es el mío, pillas seguro».

Una anécdota profética

La segunda, en cambio, resultó trascendental. También está relacionada con el amor y la literatura. Solo que, como ahora verás, no tiene nada de romántica.

Hallábame yo enfrascado en un grueso ejemplar sobre el vanguardismo (no recuerdo cuál; han sido demasiados), cuando apareció la tradicional misionera que anuncia que Jesús nos ama y que la Biblia es el único libro verdadero a las siete y media de la mañana. Huelga decir que dicha revelación no caló bien entre quienes dormitaban.

En esto, la enviada divina observó mi libro profano. Yo no era la única persona del vagón que portaba el pecado impreso entre sus manos, debo aclarar. Sin embargo, por algún motivo que descubriría en breve, silenció su retórica y caminó hacia mi asiento.

«¡Tú!», bramó furiosa, señalándome. «¡Lo que lees no es arte, sino la obra del diablo!». Acto seguido, disparó una sarta de preguntas con un tono dramático —algo exagerado para mi gusto—, sin pausas que permitieran mi respuesta. Pero no tenía intención de replicarla.

A medida que me sermoneaba con spoilers del libro sagrado, su inspirada retórica y palabras airadas me recordaron el fuerte rol del esoterismo durante el Modernismo.

Yo ya tenía el personaje del diablo con pezuñas por manos (simboliza la inspiración, por cierto), pero necesitaba otro que ejerciese de médium. De esta manera, Elvira pasó de personaje de apoyo a secundario.

Me olvidé de incluir a esta predicadora en el apartado de «Agradecimientos» de MuArte. Espero que esta historia que he compartido contigo me absuelva de mi error.

«Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas».

Dios Habla Hoy, Eclesiastés 11.5.

Cómo surgieron los personajes

Esta anécdota me sirve para comentarte cositas del reparto de MuArte. Lo importante ya te lo has leído en el otro artículo sobre este libro, así que aquí te sorprenderé con detalles y curiosidades .

Por ejemplo, una de las reglas académicas a la hora de escoger los nombres de los personajes determina que ninguno de ellos coincida en la primera letra. Los míos la respetan, salvo Matisse-Marta y Rámpolo-Ricardo.

El motivo es muy sencillo. Matisse y Marta son la misma persona, aunque cada una representa la cara contraria de la otra: fama-anonimato, suerte-talento, etc. Algo similar sucede con la dupla Rámpolo-Ricardo, el bien y el mal en la vida de Marta.

De hecho, cada personaje se opone al resto de una u otra manera. Esto es normal en una novela, ya que así generas conflicto. Empero, en MuArte, este enfrentamiento cumple un requisito fundamental para entender el arte y las emociones, del que hablaré más adelante.

Asimismo, he realizado una división en los protagonistas para diferenciar la persona (Matisse y Lorena) del personaje (El Artista y La Agente). De esta manera, muestro la transformación psicológica que producen las emociones del mismo modo que cuando ves un cuadro en un museo. Por otro lado, también me sirve para que observes el efecto que producen las etiquetas a la hora de definir una identidad.

Esto lo comprobarás con la amistad entre Marta y La Muda. La primera aspira a un cambio en su vida mientras que la segunda espera que alguien recuerde que es un ser humano, no un florero.

«La Muda, creyendo que, por fin, su novio cumplía su promesa de pintarle un cuadro con su nombre, no ocultó su alegría al verlo, y tampoco la mostró».

MuArte, Jose Flores.

Origen de los nombres

Supongo que querrás saber de dónde vienen los nombres de los personajes. Bien, Matisse, evidentemente, por el pintor, aparte de que así planteaba mejor el dilema sobre si el Modernismo es arte en realidad.

«Lástima que Matisse, a pesar de su nombre, no sepa pintar».

MuArte, Jose Flores.

Marta viene de mi amiga y gran artista Marta Vinyoles, que me pidió que pusiera su nombre a alguno de los personajes cuando le conté de qué iba mi historia. También salen más amistades en MuArte, aunque con un rol de apoyo. Como Vladi, el camarero del Café de la Palma.

A excepción de Elvira, cuya connotación vampírica se opone a la religiosidad de su personaje, el resto de nombres carece de mayor trasfondo. Salvo Rámpolo, claro, que procede de dos habitantes de un pintoresco pueblo italiano fundado por anarquistas. Lo descubrí gracias a mis amigos GianLuca y Marco, que me lo sugirieron durante una charla sobre la novela. Yo, el orfebre de la palabra, vacío de palabras estoy para expresarles mi agradecimiento por ello.

Cuando llegues a la parte de Californian Hot Yoga, los nombres de los profesores aparecen escondidos dentro del texto. Es mi pequeño homenaje tanto a su encomiable trabajo como al bien que han hecho a mi mente y a mi cuerpo.

Para terminar este apartado, la historia de La Muda y Matisse en Berlín es (casi toda) real. Cuenta el viaje que realicé con mi ex en 2018. Poco después, me dejó de hablar. Adivina de dónde viene el apodo del personaje.

Qué pinta la historia del Congo en una novela de arte y emociones

En general, todo libro que trate un periodo histórico muestra aspectos sociales, culturales y políticos de dicha era. Por lo tanto, se centran en el lugar donde transcurren los acontecimientos. O, lo que es lo mismo, pintan un espectro reducido dentro de un marco.

MuArte, en cambio, emplea la doble perspectiva de Cézanne. Si bien la parte ensayada pincela la Europa vanguardista de finales del XIX hasta nuestra época junto con la irrupción de Estados Unidos en el panorama artístico, la del Congo es el lienzo que soporta ese cuadro.

Como imagino que sabrás, el Modernismo es consecuencia del colonialismo europeo en el único lugar «disponible» en el XIX: África. Esto es todo lo que te cuentan los libros de historia. Bueno, pues MuArte profundiza bastante más en esa «colaboración».

Te lo diré de un modo más artístico: Europa representa la luz del Impresionismo mientras que África es la oscuridad del Tenebrismo. Porque, al fin y al cabo, el arte y las emociones se fundamentan en el blanco y el negro.

«A veces, las mejores intenciones causan el peor de los horrores».

MuArte, Jose Flores.

Los colores

Piensa en un color. El que quieras. Yo usaré el azul como ejemplo. Si le añado blanco, obtengo azul claro. Pero, si le hubiera añadido negro, tendría azul oscuro. Gracias a este recurso, los pintores solo requerían de un pigmento para sacar diferentes tonalidades y plasmar de un modo más real una imagen. En el caso de las emociones, reemplazan el blanco y el negro por hormonas a fin de lograr idéntico efecto.

En otras palabras, tanto el azul claro como el oscuro son el mismo color con una ligera alteración. De igual forma, la alegría y la tristeza nacen en la misma emoción y reciben sus nombres en función de la hormona que intervenga en la mezcla.

Este principio me sedujo al instante cuando desarrollaba el perfil psicológico de los personajes, ya que, así, cada uno poseería una «personalidad base» (neutra) que, luego, se modificaría en todo tipo de tonalidades a tenor de la situación en la que se encontrase.

Es decir, que en vez de «conflicto», generaba «contraste»; un planteamiento muy adecuado para el eje central de la novela. De esta manera, la gama emocional de los personajes ofrece de nuevo una doble perspectiva, al mismo tiempo que sus alteraciones crean conflicto entre sus relaciones.

Por otro lado, este enfoque requería un personaje neutro que devolviera el equilibrio al resto. Bueno, ahora ya sabes cuál es la función de Rámpolo y por qué no dispone de un apartado propio. Él actúa de compensador de emociones de los demás.

La música

Para terminar, la música juega un papel trascendental en MuArte. Aparte de su implicación directa en el nacimiento del arte abstracto con Kandinski, la sinestesia que provoca como sensación y como recurso retórico convierte a esta manifestación artística sonora en la melodía perfecta para hablar de arte y de emociones.

A excepción de aquellos momentos donde modifica la perspectiva o el estado emocional de los personajes (Marta en el concierto o La Muda en el coche), el rol de la música en la novela es tangencial. Aun así, resulta determinante para escuchar el arte y las emociones con doble perspectiva.

Por un lado, está la música de las presentaciones. Luego, la sintonía de El Asesino, junto con algún tema más entre la celda de párrafos. Y, finalmente, la famosa lista de Flavia. Te recomiendo que busques las canciones, grupos y artistas que aparecen en la novela, porque tus oídos tienen el mismo derecho que los ojos a disfrutar de la lectura.

«Bien, bien; sorprendido de que conozcas canciones del Alto Volta».

MuArte, Jose Flores.

Dónde la puedo comprar

Si te ha gustado lo que has leído, en los enlaces que aparecen a continuación puedes comprar esta estupenda novela que te enseñará lo que es el arte y las emociones, al mismo tiempo que te hará reflexionar sobre muchas, muchas, muchas cosas más.

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«Entonces, hizo su poderosa y caballerosa intervención el dinero».

MuArte, Jose Flores.
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