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La literatura celta: primera parte de la simbología consuetudinaria

¡Chof! ¡Chof! ¿Oyes ese ruido? En efecto; es la cola del salmón batiendo el agua, nadando río arriba para compartir contigo su sabiduría de la literatura celta: primera parte de la simbología consuetudinaria. De sus mandíbulas curvadas saldrá la luz de las palabras; de sus branquias, el contrahechizo al glamur de las sagas. Empero, nunca, nunca apartes tus ojos de su hipnótica mirada o los colores cambiantes de su piel te arrastrarán hacia el agua…

Caramba, me ha quedado bonita la introducción. A ver si el contenido no la desmerece. De todas maneras, distante contemplo el fracaso, ya que un artículo sobre los dos elementos más importantes de la simbología celta jamás decepciona a quien lo lee.

Un caldero para gobernarlos a todos

Las cosas se pueden ver de dos maneras: como lo que son y como lo que parecen. Si, tú, quien me lee, consideras que un caldero no es más que una olla o una cacerola, formas parte del primer grupo. En cambio, cuando observas en ese recipiente para contener líquido la cuenca marina, fluvial y lacustre, eres celta de los pies a las tres cabezas de las manifestaciones.

El artículo sobre «Una temática de otro mundo» explicaba que la tierra soporta un doble hogar: el nuestro y el de las deidades inferiores (no celestiales). Por lo tanto, lo real y lo imaginario se funden en un único espacio que, a su vez, son dos distintos. Bueno, ahora meteré esa mentalidad en el caldero.

Comenzaré por la cocina. Cuando preparas un guiso, combinas los cuatro elementos: líquido (agua), sólido (alimento), fuego (calor) y aire (humo). En general, esta acción la realizas para nutrirte, salvo en caso de que tengas una cita romántica. ¿Te suena lo de «El ingrediente secreto es el amor»? Normal; proviene de un corazón metálico.

«Un idealista es aquel que, al percatarse de que las rosas huelen mejor que el repollo, deduce que harán una sopa mejor».

A Book of Burlesques, H.L. Mencken.

También los celtas creían que la cocción escondía propiedades sobrenaturales que solo se extraían mediante un caldero. Al fin y al cabo, la evolución de nuestro cerebro se debe a este contenedor, ya que, antes, nos machacábamos el cráneo con alimentos crudos. Prueba a darle un bocado a una pata de cordero sin cocinar para entenderlo.

Por lo tanto, uno de los motivos de veneración al caldero deriva de esa transformación fisiológica, decisiva para la inteligencia humana. Esto lo comprobarás ahora cuando conozcas la historia de Ceridwen.

El caldero intelectual

Cuentan las leyendas galesas que la diosa Ceridwen tenía tres hijos: Crearwy (la niña guapa), Morvan (el niño feo, pero fuerte) y Afagdu (el espanto completo). Preocupada porque este último sufriera una vida de rechazo perpetuo, preparó una poción que lo transformara en bardo. De esta manera, le conferiría el atractivo de la inteligencia y el awen (‘estro’, en galés).

Así, encargó a Gwion, un joven sirviente, que removiese la sopa mágica durante un año. Por desgracia, tres gotas cayeron en su mano. Cuando se lamió la piel abrasada, recibió los poderes al adefesio destinados.

Luego, la historia continúa con una persecución al más puro estilo celta hasta que Ceridwen se come a Gwion y, claro, se queda embarazada. De esta manera, Gwion renace como el poeta Taliesin. Los datos de su vida son bastantes confusos, dado que se mezclan con la historia de un salmón, un rey de Ceredigion y la corte del rey Arturo, donde pudo haber sido el bardo real, el padre de Merlín o el propio Merlín.

«Dechymic pwy yw (Adivina quién es)».

El libro de Taliesin, Taliesin.

Lo que está más claro es que su nombre dio título al segundo álbum de Deep Purple. Como curiosidad, en la carátula aparecen las transformaciones de Gwion durante la persecución que te he mencionado: liebre, pez, pájaro y grano de maíz. Además, la gallina es Ceridwen, hay una alusión al Otro Mundo en el reino de la isla e instrumentos de bardo por doquier.

En fin, que el caldero no solo alimenta el cuerpo, sino, también, al cerebro, lo cual era bastante evidente. Sin embargo, ¿te has percatado de la otra simbología que aparece en la historia?

El caldero de la vida

Los elementos de la literatura antigua definen la naturaleza de los pueblos. Mientras que el caldero celta simboliza un recipiente de inspiración y sabiduría, su equivalente griego (la caja de Pandora) representa todo lo contrario.

Cavilaciones mías aparte, la historia anterior relata un nacimiento mágico. Y, cuando tienes algo de experiencia en la enramada literatura celta, sabes que las hojas de los árboles esconden algún mensaje. Por ejemplo: si una diosa genera vida y el caldero es un recipiente, ¿a qué alude el segundo elemento?

En efecto, a un útero. Una vez más, la estrecha relación entre lo material y lo divino transforma al caldero en el lugar donde se cocina la vida. O se recalienta, según cuenta la leyenda de Brân, el Bendito.

«Te daré un caldero, cuya propiedad es la de que, si tiras en su interior a uno de tus hombres que muera hoy, mañana estará como nuevo, salvo que no podrá hablar».

Segunda rama del Mabinogion.

Nota de interés cultural: «Bran» significa ‘cuervo’, así que George R.R. Martin no escogió este nombre al azar. De hecho, el Stark y el héroe galés representan al líder y tan solo tienen operativa la cabeza en su cuerpo, el primero por tullido, el otro por decapitado (esto lo explico la semana que viene).

Aparte de resucitar a los muertos, el caldero uterino cumple una función regeneradora. Piensa en medicina, alucinógenos, estimulantes físicos (Obélix, sin ir más lejos) o mentales (inspiración creativa), bebidas isotónicas, etc.

Con todo, este caldero se transformó tras la llegada del cristianismo. Sus connotaciones femeninas y mágicas lo degradaron a utensilio de brujas, aunque su identificación con la inmortalidad lo convertiría en un cáliz conocido como «el Santo Grial».

El caldero concubino, gocho y adivino

El mismo concepto de eternidad aparece en la leyenda de Daghdha, cuyo descomunal caldero (entraban dos personas dentro del cazo) saciaba a los asistentes de los banquetes en el Otro Mundo, porque no tenía fondo. Nadie sabe qué fue de este recipiente, aunque sospecho que, actualmente, se encuentra en casa de mi amiga Violeta.

Otra forma de establecer un pacto a perpetuidad ocurre al contraer nupcias. Sobre todo, si te casas con una diosa, como hacían los reyes irlandeses al desposarse con Ériu. Esta alianza de amor soberano se producía dentro de un caldero, donde se cocinaba la carne de una yegua blanca, símbolo que, también, desarrollo en el próximo artículo.

De manera resumida, la cocción de los alimentos no solo produce una reacción (agua hirviendo), sino, también, una transformación. Esta alteración mágica —idea que, luego, heredarían los alquimistas— de la comida resulta fundamental para entender los matrimonios sagrados, ya que el caldero actúa de canal entre este y el Otro Mundo. De hecho, puedes encontrar las instrucciones de cómo abrir la puerta entre lo real y lo mágico en un paquete de pasta:

«Añadir el contenido en cuanto hierva el agua».

Pues, sí, el misterioso sonido del borboteo advierte de que has establecido una conexión con lo divino. Lo cual me recuerda al caldero del gigante Dyrnwch, capaz de distinguir a una persona valerosa de un cobarde mediante la cocción de un trozo de carne. Si se guisaba, valiente. En caso contrario, cobarde.

Vale, te estás riendo, porque suena a sistema adivinatorio de brujas. En efecto, lo es, aunque tú aplicas una lógica idéntica cuando cueces mejillones y almejas. Aquellos que no se abran, desechados por malos. Así que, a partir de ahora, muestra un poco de respeto a la magia del caldero.

Breve inciso para contarte una cosa sobre Daghdha

En general, una persona normal habrá leído el nombre de Daghdha sin mayor repercusión para su mente que la de preguntarse «¿Quién demonios es?». Bueno, se trata del dios de los elementos —ver primer apartado del artículo— del conocimiento —ver segundo apartado— y de la fertilidad —ver tercer apartado— en Irlanda.

Además del caldero de comida inagotable, cornucopia tamaño XXXXXXL, poseía dos artefactos mágicos más. El primero, una porra que mataba a nueve (múltiplo de tres) personas de un golpe, pero, si las tocaba con el mango, les devolvía la vida. En cambio, el segundo es la razón de que haya interrumpido la narración: su arpa de madera de roble con, nuevamente, tres nombres: Uaithne, Daur Da Blao y Coir cetharchair.

«Entonces, el arpa bajó de la pared, y mató a nueve hombres, y llegó a Daghdha».

«Cath Maige Tuired», Ciclo Mitológico.

Gracias a ella, Daghdha controlaba el orden de las estaciones y de las emociones humanas a través de las tres (otra vez) únicas melodías de la música celta. Una, alegre (Gentraiges); otra, triste (Goltraiges) y, por último, una para dormir (Suantraiges).

Quizá, ya nadie recuerde al dios, pero sí a su instrumento musical. El arpa de triple nombre es la imagen que representa a Irlanda en su escudo de armas, en las monedas, en mi brazo derecho y, por supuesto, en la famosa Guinness, brebaje mágico que se prepara en un caldero.

Otro breve inciso para contarte una cosa sobre los matrimonios sagrados

Si un rey se casaba con la diosa a través de un banquete de bodas místico, también contraía matrimonio con una reina, personificación de la diosa por excelencia. Todo esto deriva de una simbología que otorga al hombre la propiedad de la tierra, pero a la mujer la soberanía de la misma.

De esta manera, el caldero representa al útero de la divinidad en la tierra mientras que la copa de oro (el sol) que la reina entrega al rey durante la boda, al de la divinidad celestial antropomorfizada en ella. Más o menos, te ha quedado claro, ¿verdad?

En Irlanda (Tara, por aquellas calendas), esta deidad solar se llamaba Medb que, como te expliqué en la entrega de las sagas, sería una reina guerrera transformada en ser superior. Créeme que, cuando pasas cierto tiempo leyendo esto, te parece normal incluso que los salmones hablen.

«Benvolio: “La reina Mab, ¿quién es?”. Mercurio: “Es la matrona de las hadas y se aparece con una forma no mayor que una piedra de ágata”.

Romeo y Julieta, William Shakespeare.

A lo que iba; el nombre de Medb* se traduce por ‘la que intoxica’, de donde se entiende que la reina fundadora tendría otro nombre y que recibió este para asociarse a la bebida matrimonial: el hidromiel. Por esta razón, se traduce como «mead» (/mi:d/) en inglés.

Asimismo, «Medb» representa un título, de modo que cualquier reina recibe este nombre. Es decir, la reina Medb no colecciona maridos, sino que se trata de reinas distintas.

Espera, que no he terminado. Los celtas siguen esta misma lógica para identificar a reinas regionales, aunque esta figura la conocerás la semana que viene. Ahora, terminaré con los calderos.

* «Medb» continúa activo en nombres de mujeres, aunque ha variado su escritura a «Maeve».

El caldero narrador

Todos los roles del caldero que has leído hasta ahora entran dentro del ámbito de los druidas y de los vates. En cambio, este pertenece a los bardos, ya que utilizaban calderos decorados para potenciar el efecto de sus palabras.

«Siempre digo que no soy un chef, sino un contador de historias»

José Andrés.

El más famoso es el caldero de Gundestrup, con la icónica placa de Cernunnos sentado en postura de yoga. Su modo de uso era similar al de las pinturas rupestres, solo que con un líquido hirviendo en lugar de teas. O sea, el titileo generaba la impresión de movimiento en las imágenes.

Además, era portátil, lo que convierte al caldero decorado en un antecesor de la tablet. Es más; hasta diría que mejor que ese artefacto, puesto que algunos contaban con cuernos desmontables. Así, el bardo servía la sangre o vino que manaba del caldero como símbolo del renacimiento perpetuo.

La omnipresente triada en la simbología consuetudinaria de la literatura celta

Tres cerditos hay en el cuento, tres repeticiones del nombre de marca es la regla de oro en publicidad y el tres era el número de Frank Lampard (el padre, no el lump-o-lard del hijo).

A lo largo del artículo, habrás comprobado la repetición de esta cifra. No es casualidad; toda la literatura celta gira en torno al tres como el cucharón remueve el brebaje del caldero.

Por un lado, esto coincide con las técnicas narrativas clásicas. ¿Te acuerdas de Scheherezade? Sin embargo, también se asocia con los tres planos existenciales del universo celta, aparte de los ciclos estacionales de la agricultura. Esto último es un clásico en la literatura indoeuropea.

En cuanto a los celtas, el número tres aparece cada dos por tres (si no lo digo, reviento) en sus historias. A veces, como parte de la estructura narrativa («Los tres cerditos»). Otras, para que la audiencia comprenda y reconozca el valor místico de algo (la publicidad). Y, por último, a modo de identificación de los dioses (Frank Lampard).

Empero, la habilidad de los bardos residía en su capacidad de combinar todo esto a la vez. De esta forma, transmiten la unión irrompible entre la tierra, el Otro Mundo y el cielo con una maestría sin igual. Es decir, si lees alguna obra celta sin esta referencia, creerás que se trata de una fantasía extremadamente rara.

Esta triple concepción de la vida determinaría el establecimiento jerárquico durante la Edad Media. Los reyes ocuparon el escaño celestial; la aristocracia, el de los héroes mientras que el resto del pueblo formaba parte de la tierra. En cuanto al clero, su puesto de poder era el mismo que el de los druidas: educación, legislación sagrada y separados del resto en sus bosques de iglesias y catedrales.

La extraña y enrevesada religión celta

En este enlace te dejo el panteón de dioses celtas. Una vez que te hayas aprendido todos sus nombres (es broma), mira a la luna. Ahí tienes una pista de lo que viene a continuación.

El valor simbólico del tres ha dado lugar a muchas interpretaciones. Normalmente, se asocia a los ciclos lunares y, por extensión, al crecimiento humano. En el caso de los griegos, sembraban con la luna creciente (Afrodita, juventud), las plantas maduraban con la luna llena (Hera, edad adulta) y cosechaban con la menguante (Perséfone, muerte).

«Three is the magic number».

Título de una canción de Bob Dorough.

Dicho pensamiento deriva del paso del animismo a una religión y sociedad más jerarquizadas, donde una nueva raza de dioses humanizada derrota a los anteriores. El Ciclo Mitológico, por ejemplo, narra la llegada de los Tuatha Dé Danann a Irlanda y su enfrentamiento contra los fomorianos, equivalentes a los Titanes en Grecia.

A diferencia de los helenos, los celtas no separaron a las deidades de los humanos. De hecho, se hallaban en los tres mundos (Celestial, Otro Mundo y Terrestre). Así que, no encontrarás estatuas que los identifiquen, sino elementos totémicos, personas que son humanas, pero no lo son, que aparecen de forma individual o a través de una triple manifestación. Añade a esto la ascensión de cada héroe fundador a ser divino y, bueno, entenderás por qué la literatura celta y la india son tan sumamente parecidas.

Tamaño guirigay místico lo explicaban los bardos con sus poemas, de modo que la población asimiló a la perfección que un dios puede ser uno y tres al mismo tiempo. Esta predisposición mental ayudaría sobremanera a los misioneros para convertir a los paganos al cristianismo.

La mejor diosa del mundo para explicarte la triple manifestación

Si hubieras sido un soldado y los celtas atacaban a tu ejército, habrías observado un peculiar atuendo en alguno de los tipos que corrían hacia tu escudo sin intención de frenarse. Me refiero a un casco con un cuervo articulado encima.

Este simpático animal representa a Badb, la hermana de la Morrigan, posible reina guerrera transformada en una de las deidades más fascinantes en el panteón celta. Se suele identificar con la muerte, aunque no sea ese su rol verdadero. En realidad, la Morrigan es la diosa del destino y cumple una función protectora en el campo de batalla.

Cuando la veas, asume que sufrirás una muerte inminente y violenta, aunque si se te aparece en el campo de batalla, implica protección. A su vez, es la protectora del ganado y diosa de la fertilidad, atributos de una reina soberana de la tierra.

En general, se presenta sola o acompañada por sus dos hermanas (Badb: muerte, Macha: instigadora de la batalla), aunque las hermanas por solitario también son ella. O no. Mientras reflexionas sobre esto, el celta que te ataca está cada vez más cerca y el casco que ves indica que:

  • La muerte viene a por ti.
  • El tipo que viene a por ti sabe que va a morir y le da igual, porque está poseído. Así que, musita tus últimas palabras rápido.
  • La tierra será más fértil tras el sacrificio humano (punto positivo).

Debido a este tipo de cosas, la Morrigan simboliza el terror. Es más, la raíz de su nombre celta (Mor) se convirtió en el mare inglés, de donde procede «pesadilla» (nightmare). Posteriormente, su triple manifestación daría lugar a las banshees del folclore celta, aunque la literatura recuerda más a esta jovial familia por las tres brujas en MacBeth, de William Shakespeare.

Los terribles sacrificios humanos

La costumbre de matar a personas para aplacar la furia de los dioses es bastante antigua. Tanto, que, ya hemos olvidado que esta práctica se instauró con el fin de sacrificar a los reyes durante el solsticio. Pero, claro, los dirigentes cambiaron las reglas.

Ojo, esto es un hecho histórico, no un alegato revolucionario. Comenzó con el tonto del pueblo reemplazando al rey ese día y prosiguió con los herederos. Posteriormente, alguien pensó que la sangre de los animales valía igual que la humana, como bien explica la Biblia cuando Dios paró la mano de Abraham antes de degollar a su hijo y lo sustituyó por un cordero.

El caso es que los celtas consideraban que los sacrificios humanos funcionaban mejor. Sobre todo, para castigar a quienes incumplían la ley. «Algo normal», pensarás, salvo que lo hacían a lo grande con unos muñecos de mimbre gigantes que llenaban de «ofrendas». Luego, lo quemaban.

Con todo, algunos se ofrecían voluntarios, ya que morir por el bien del pueblo demostraba valor (quintaesencia del celtismo). Aunque, también influye su firme creencia en la reencarnación.

En lo que respecta a los héroes, su papel protector llevaba implícita la cláusula de morir por el pueblo. De ahí, su relación constante con la Morrigan. Aun así, la literatura celta transforma estas muertes en modelos de comportamiento ético. Es decir, el héroe muere después de no haber respetado alguna ley o un geasa (prohibición).

«Se levantó, sabedor de que había roto su geasa y perdido la mitad de su fuerza. Esas mujeres eran la Morrigan, la diosa de la guerra. Mucho antes, le habían ofrecido su amor a CuChulainn, y él las había rechazado. Este fue su castigo por rechazar a la diosa».

«La muerte de CuChulainn», Ciclo de Ulster.

La triple muerte

En el artículo de las sagas, te expliqué que un héroe nacía de un modo determinado. Bueno, pues, tampoco su ocaso pasa desapercibido. Ten en cuenta que estos personajes legendarios poseen poderes sobrenaturales que los transforman en semidioses. Por lo tanto, si las divinidades se manifiestan en triadas, la muerte de los héroes y reyes se produce por triplicado.

No obstante, si crees que se trata de una leyenda muy conveniente para adecuarse al formato de la triada, desmaya esa idea.* La triple concepción del universo celta implicaba un triple sacrificio a una deidad en cada mundo. Por lo tanto, aquellos que no respetasen las leyes o una prohibición morían de la siguiente forma ritual:

  • Ahogados: para aplacar a Teutates (Toutatis), el dios protector de la tribu.
  • Colgados y/o desangrados: el requisito de Esus, dios de la naturaleza.
  • Quemados: así, Taranis, el dios del trueno, se calmaba.

A pesar de que este castigo se ejecutaba con cualquier persona que no respetase las leyes o rompiese una prohibición (geasa), la literatura celta nos la muestra con los héroes y reyes. Por ejemplo, Flann mac Dima es herido en un castillo en llamas y se esconde en una tinaja, donde se ahoga. O la triple muerte de Diarmait, a quien le clavan una lanza, cae en una cuba de cerveza y una viga ardiendo se desploma sobre su cabeza.

* Los cuerpos hallados en los pantanos evidencian la práctica de esta costumbre punitiva entre los celtas.

Una preciosa historia de amor por triplicado

En general, la literatura celta se asocia a temas fantásticos, debido al contenido que verás en el próximo artículo. Sin embargo, su mayor aportación corresponde a la temática romántica, algo que te sorprenderá después de haber leído la parte de sacrificios y triples muertes.

Ya en la época medieval, los aspectos relacionados con la triple manifestación y el respeto a las leyes o geasa derivaron en historias sobre triángulos amorosos. El más conocido de todos, sin duda alguna, procede de la leyenda del rey Arturo, donde el monarca, su esposa Ginebra y Lancelot del Lago viven un romance de tres esquinas.

En esencia, estos relatos transforman el deber de respetar las leyes tribales y los geasa por el honor de caballero dentro de un conflicto amoroso. El impacto e influencia de estas obras permanece vigente en nuestros días, no solo en las novelas románticas, sino en los conflictos de intereses que desarrollan casi todos los libros.

De todas maneras, este asunto es demasiado importante para tratarlo ahora. Mejor lo reservo para la siguiente entrega: «La literatura celta: segunda parte de la simbología consuetudinaria». Entretanto, dale al corazón que sufre solitario al principio de este artículo y comparte este contenido con tus conocidos.

Anda, esto queda muy bien con el tema del triángulo amoroso.

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