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Cómo se presentan los personajes en una novela

Después de la creación, no hagas como Dios y te eches a descansar. Ahora que ya sabes para qué sirven las biografías, te explicaré cómo se presentan los personajes en una novela, el paso determinante entre escribir un libro o quedarte en un proyecto.

A modo de avance informativo, hablaré de las diversas formas con las que se bota a los personajes en el océano literario y cuándo es el mejor momento para hacerlo. También, de las ventajas e inconvenientes que conllevan, por supuesto.

Si te gusta este artículo, que espero que así sea, dale al corazón que palpita solitario debajo del titular o compártelo con tus amistades. Saraswati te lo agradecerá.

Cómo se presentan los personajes en una novela

Ha llegado el momento de poner en práctica los conocimientos de estructura argumental que te he estado explicando desde hace cierto tiempo. Así, comprenderás por qué los escritores somos unos obsesos del orden, aunque vivamos en la behetría de la balumba.

«¡Crea Usía a un perro perdiguero que conoce la caza!».

El sombrero de tres picos, Pedro Antonio de Alarcón.

Bueno, de las tres partes que forman una historia (inicio, desarrollo y desenlace) te quedarás con la primera, y la dividirás así:

  • Inicio (inicio + desarrollo + desenlace) + Desarrollo + Desenlace

Ahora, repetirás la operación con el inicio que he destacado en negrita, de modo que obtendrás la siguiente estructura:

  • Inicio (inicio [inicio + desarrollo + desenlace] + desarrollo + desenlace) + Desarrollo + Desenlace

Perfecto; ya dispones de las tres ventanas donde se presentan los personajes más importantes en una novela: el narrador y el protagonista.

Narrador y protagonista

Vale, el narrador, obviamente, aparece cuando se inicia la historia, así que no requiere mayor explicación. En cambio, el protagonista puede presentarse de las maneras que te muestro a continuación:

  • Inmediata: Inicio (inicio [inicio + desarrollo + desenlace]
  • Intermedia: Inicio (inicio [inicio + desarrollo + desenlace]
  • Heroica: Inicio (inicio [inicio + desarrollo + desenlace]

La inmediata deja claro al lector, desde la primera frase, quién es la persona que le guiará durante la lectura. Debido a lo directa que resulta, en algunas ocasiones, el narrador introduce un prólogo con el fin de ofrecer una referencia temporal y espacial al lector.

«¿A quién amo? No me pasan por la cabeza rostros amados».

El cementerio de Praga, Umberto Eco.

Igualmente, puedes reemplazar ese prólogo por la narración de la historia y emplear a otro personaje como anfitrión entre el lector y el protagonista. De este modo, la presentación se produce un poco después del inicio de la novela.

«He aquí el hombre».

La vida y media, Sony Labou Tansi.

En esencia, esto mismo es lo que hacen la intermedia y la heroica, solo que más adelante en la narración. La idea consiste en enseñarle el hilo de la trama al lector y, luego, enhebrarlo en la aguja del protagonista para que cosa la historia.

«No lo recuerdo, señor. Fuera de Langley solo le mencionaban por el apodo. Le llamaban Cobra».

Cobra, Frederick Forsyth.

Ventajas e inconvenientes de cada presentación

Si has escogido un narrador protagonista en primera o segunda persona, utiliza la presentación inmediata. Principalmente, porque, en caso contrario, el lector se pasará un buen rato diciendo: «¿Quién coño eres?».

Aparte del caso citado, este planteamiento establece en el acto un vínculo con el protagonista, ya que lo humano prima por encima de la situación. O, para mantener la metáfora costurera, muestras la aguja, pero no el hilo.

«El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longe forrada de cretona».

Viaje a la Alcarria, Camilo José Cela.

Gracias a esta rápida identificación, los ojos del lector se funden con los del protagonista (primera persona protagonista) o los del narrador. Lo cual está muy bien, porque le ofreces una imagen nítida de la situación. Empero, se trata de una acción estática que, en general, apenas guarda relación con la trama y que provoca esta pregunta: «¿De qué coño va el libro?».

Por consiguiente, la ausencia de dinamismo causará aburrimiento e, incluso, ansiedad en caso de prolongarse demasiado tiempo. A menos, claro, de que tu manejo de la palabra haga atractiva la presentación al lector, algo que requiere de mucho tiempo y de mucha práctica.

La presentación intermedia, sin embargo, compensa las carencias de la inmediata al proporcionar una degustación de la trama antes de enfocarla en una persona en concreto. En efecto, es más activa, pero también más impersonal. Además, si la historia había cogido ritmo, la presentación provocará una pausa innecesaria que frustrará al lector.

Finalmente, la heroica justifica y destaca la aparición del protagonista una vez planteada la trama. Bien construida, activarás la adrenalina del lector y le pondrás la piel de gallina, te lo aseguro. En cuanto a su desventaja, bueno, que el lector carece de una figura que le ancle en la historia y se pasará toda la exposición buscándola.

El resto de personajes

Normalmente, el antagonista y los secundarios relevantes aparecerán en algún momento del bloque de inicio para que el lector identifique tanto sus roles como sus nombres.

  • Inicio (inicio + desarrollo + desenlace) + Desarrollo + Desenlace

Así, ofreces al lector una presentación progresiva del elenco principal mientras estableces los ejes centrales de la trama. Esto significa, por si no te ha quedado claro, un gran trabajo de estructuración previo.

«Cuando Keith Talent vio a Nicola Six dejó caer su tercer dardo. Y blasfemó».

Campos de Londres, Martin Amis.

En cuanto a los demás personajes, la verdad, su presentación dependerá de la función que cumplan. No obstante, los de apoyo recurrentes conviene que también aparezcan en el inicio, aunque puedes reservarlos para la parte de «Desarrollo».

¿Es necesario hacer esto?

Ciertamente, existe un protocolo de presentación de personajes en una novela, producto de la experiencia acumulada en el arte de contar historias, una actividad muchísimo más antigua que las pirámides, submarinas incluidas.

A su vez, la revolución literaria del Modernismo demostró la maleabilidad de las estructuras argumentales, aparte de transformar la narrativa visual clásica mediante la incorporación del enfoque psicológico. Por lo tanto, nada está escrito en piedra.

«Y, ahora, que el lector simpatizante juzgue nuestros sentimientos».

Sartorius Resartus, Thomas Carlyle.

De hecho, todo lo que te he contado no es más que teoría. Tú eres libre de seguirla tal cual, adaptarla o ignorarla. Es más, te recomiendo que experimentes siempre que puedas. Así, evitarás la maldita plantilla académica que hace que todos los libros se parezcan.

Empero, baja el puño revolucionario. Estas directrices poseen una lógica narrativa, de modo que úsalas como referencia, aunque te condicionen. Piensa que, cuando presentas a los personajes al principio, dispones del resto de la novela para jugar con la trama a tu antojo, ya que te habrás quitado de en medio esta labor.

Dicho esto, por mucho que lo desaconsejen los cursos de escritura, si decides presentar al protagonista en la parte del desarrollo o introducir personajes nuevos —como Dawn en Buffy— pasada la mitad de la novela, adelante con ello. No existe un planteamiento literario perfecto, sino historias con múltiples líneas narrativas posibles.

Al final, la calidad de una obra la dictaminará el talento del escritor con la estructura argumental, el uso de la palabra y su creatividad. La guía está muy bien para los principiantes, pero el trabajo, la dedicación y la práctica son las herramientas del bardo.

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