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Dice la miza¿Qué me has llamado?—… Dice mi gata Ophelia —Mejor— que por qué no escribo un artículo sobre novelas de gatos. Bueno, cumplidos sean sus deseos —¡Albrrricias!—.

Así que, disponte a conocer la cara literaria de estos simpáticos y ronroneantes bichitos —Dioses—, capaces de dormir quince horas diarias… —Dominar el mundo resulta agotador—.

Mira; o dejas de interrumpirme, o cambio el tema por libros de perros —Satanes pulgosos, ¡puaj!—.

Requisitos

Veamos; las obras seleccionadas no van dirigidas a un público infantil. De lo contrario, habría escrito un especial sobre Beatrix Potter. Empero, te recomendaré no una ni dos ni tres, sino cuatro, para que veas que no soy un monstruo: Los gatos alados (Ursula K. Le Guin), El viaje increíble (Sheila Burnford), Djibi, (Felix Salten) y Carbonel: el rey de los gatos (Barbara Sleigh).

Por otro lado, he buscado novelas donde los gatos protagonizan, de una u otra manera, las historias. Esto es, aquellas en las que ejercen un rol distinto al de apoyo, circunstancial o demasiado secundario.

En consecuencia, olvídate de encontrar aquí títulos como Alicia (Lewis Carroll), Desayuno con diamantes, (Truman Capote), Cementerio de animales (Stephen King), El gato negro (Poe), Ratas en la pared (Lovecraft), El maestro y Margarita (Mikhail Bulgakov), Harry Potter ( J. K. Rowling), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y Kafka en la orilla (Haruki Murakami) o Barbary (Vonda McIntyre).

Tampoco verás El planeta errante (Fritz Leiber) ni Alpha Ralpha Boulevard (Cordwainer Smith). Más que nada, porque en el primero la gata es una alienígena y, en el segundo, una gatochica.

Expuestos los principios metodológicos y ontológicos respecto a lo que constituye una novela de gatos, pasemos al contenido. Si la morroña —¿Yo?— se digna a retirar su cabeza del teclado. —No quiero… ¡Eh! ¡Sin empujar!—.

Novelas gourmet de gatos para lectores sibaritas

Lástima que André, el gato de Lorena en MuArte (Quien te escribe), solo asome sus bigotes para satisfacer una necesidad narrativa. De no ser así, te aseguro que figuraría en un lugar destacado de este bloque que reúne novelas no japonesas —aparecerán en su correspondiente apartado—, caracterizadas por su alto valor literario.

Mi gato Autíčko, Bohumil Hrabal

Tal vez ningún autor haya mostrado tanta precisión ni tanta preciosidad sobre lo que supone convivir con gatos como Bohumil Hrabal, el titan checo de la prosa. Aun así, la experiencia que relata en Mi gato Autíčko dista leguas de considerarse entrañable.

A decir verdad, ignora esta novela si rebosas sensibilidad. Pese al amor que el autor profesa y recibe por parte de sus gatos, un problema de sobrepoblación le obligará a realizar un cruel sacrificio. En varias ocasiones. Y sin escatimar la violencia.

Tampoco, las consecuencias de su decisión. Hrabal, estableciendo una analogía con asesinos y genocidas, asumirá la futilidad de encontrar la redención tras sumirse en una trascendental meditación acerca del sentimiento de culpabilidad, los remordimientos y el sufrimiento que deparan nuestros actos.

Consciente soy de que no se trata de una lectura particularmente alegre. Pero te servirá para reflexionar y abrir los ojos a la brutal realidad del «animal que habita dentro de nosotros».1

Notas

1Becca Rothfeld, The Newyorker.

El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, T. S. Eliot

A fin de superar el trauma de la lectura previa, recurriré a un clásico —mayúsculo— de la literatura felina. Nada más y nada menos que El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, de T. S. Eliot, Nobel de Literatura (1948), autor de La tierra baldía y quien recomendó a Virginia Woolf que leyera Ulises.

En esencia, consiste en una serie de poemas de corte humorístico sobre gatos. Por consiguiente, el factor lírico implica que su magia se pierde un poco en español —dime tú cómo traducirías «His ineffable, effable, effanineffable […] name»—. Pero, bueno, léetelo en inglés, que te vendrá bien para practicar el idioma y aprender algo nuevo.

Cierto es que Possum —el apodo que le puso Ezra Pound a Eliot— escribió esta obra para sus ahijados. En concreto, los hijos de Geoffrey Faber —dueño de la editorial Faber & Faber—. Solo que, calculó mal su público objetivo.

En efecto; la temática de psicología felina y orden social, plasmada bajo el trasfondo existencial (muerte, amor…) típico de Eliot conquistaron a todos los amantes de los rascamuebles —Dejan mejor las uñas que el esparto ese—, con independencia de su edad.

Bueno, de su edad, y del paso del tiempo. No en balde, Andrew Lloyd Webber usó Los gatos habilidosos de referencia para componer su celebérrimo musical: Cats.

In the summertime (1970), Mungo Jerry.
El nombre del grupo proviene de un poema de este libro: «Mungojerrie y Rumpleteazer».

On Cats, Doris Lessing

Desde su primer encuentro en Teherán hasta Londres, pasando por Rodesia (actual Zimbabue), los gatos han ocupado un lugar preferente en la vida —y en la cama, y en la cocina, y en las ventanas, y en los sofás…— de la ganadora del Príncipe de Asturias de las Letras (2001) y del Nobel de Literatura (2007).

Por tanto, no te sorprendas de que la autora haya puesto en prosa las gatadas de sus inseparables compañeros de viaje en los tres ensayos1Gatos ilustres (1967), Rufus el superviviente (1993) y La edad adulta de El Magnífico2 (2000)— que recopila esta obra.

Notas

1Por desdicha, no incluye Especialmente, los gatos. No obstante, puedes leerlo en Las mejores historias sobre gatos, una recopilación que incluye relatos cortos de Colette, Cabrera Infante, Kipling, Zola, N. Margaret Campbell, Charles G.D. Roberts, James Herriot, Lewis Carroll, F. R. Buckley, Mark Twain, Gautier, Patricia Highsmith, Paul Gallico, Saki, Gottfried Keller y P. G. Wodehouse.
Si ya conoces estas historias, te recomiendo este libro de relatos cortos: The Indian cat (BN Goswamy) para que te adentres en la narrativa felina de la India.
2En español, en el original.

Mi gato Yugoslavia, Pajtim Statovci

Veamos; aquí sale un gato. Solo que, ni maúlla, ni bufa ni marramiza. Este habla. —¿Un gato que habla?—. Sí, Ophelia. Un gato que habla,1 manipula a la gente, viste como un humano y canta…

Me siento identificada con la cita—…, además de ser un homófobo que no soporta a los inmigrantes. —¿Por qué?—. A ver cómo te lo explico. La ficción semibiográfica de este albanokosovar finlandés relata una historia doble. Por un lado, la de un joven estudiante kosovar, musulmán, homosexual y refugiado en Finlandia. Por el otro, la de su madre en Kosovo antes del estallido de la guerra civil balcánica (1991-2001).

En la primera, sin paular ni maular, el protagonista conoce a este gato mientras canta una canción de Cher en un bar gay . —¿Pero no era homófobo?—. Uy; intenta mantener la lógica abierta, ya que esta novela es fértil de narrativa simbólica. —¿Y qué simboliza el gato?—.

Pues los estereotipos acerca de los refugiados, las minorías religiosas, la condición sexual… —O sea, que el gato es malo—. No exactamente. —Decídete—. Es peor la boa constrictor.2

Mrrr, vale; el libro es una alegoría—. Exacto; de la búsqueda de identidad y de la lucha con los demonios personales. Quizá, algo extrañaYa ves; sale un gato que habla—, pero agradable de disfrutar.

Notas

1Inspirado en el Behemoth de El maestro y Margarita. En un momento de la narración, el gato menciona Gato y ratón (Günter Grass), cuyo título no refiere al protagonista de este artículo —aunque aparezca un gato al principio—, sino a la sociedad alemana en la década de los 30, simbolizada a través de dos personajes antagónicos durante el bombardeo nazi en Danzig.
2Personalización de los miedos del protagonista y, quizá, por ende, de la Bolla: serpiente terrorífica de la mitología albanesa. Curiosamente, así se llama la tercera novela de Statovci.

Otras novelas de gatos

Por motivos que comprenderás en breve, apenas desarrollaré las novelas de gatos que vienen a continuación. En su lugar, las he agrupado por temática —salvo las últimas— para simplificar la explicación.

Sin más, echemos un intuito a estas obras, aprovechando que Ophelia se ha enroscado en un sueño junto al radiador.

Novelas de gatos detectives

Normal que necesite descansar; la pobre pasa la noche en vela leyendo novelas de gatos que resuelven crímenes y misterios —como lsabel II— desde el día que le regalé La gata lo vio todo (1939),1 de Dolores Hitchens.

¡Caramba si le gustó! Esta y sus once secuelas. Ahora, está con The cat who… (Lilian Jackson Braun);2 una saga francamente entretenida, inexplicablemente no traducida al español, que protagonizan dos siameses a lo largo de treinta novelas. Bueno, treinta menos una, en realidad.3

Cuando las termine, me ha dicho que quiere leerse las treinta y dos entregas de Los misterios de Mrs. Murphy, (Rita Mae Brown y Sneaky Pie Brown).4 Aparentemente, ha oído que la protagonista —«Mrs. Murphy, una gata atigrada de inteligencia formidable…»,5 lo borda y, claro, ya me está engatusando para que le compre esta serie, por lo demás, asaz oscura dentro del género.

Aunque, no tanto como la increíble, aparte de sangrienta y pesimista octología de Felidae (Akif Pirinçci), récord de ventas en Alemania. Solo que…6

A estas alturas, habrás atisbado la razón por la cual no me extiendo con estas obras: la cantidad de libros que hay. De momento, llevamos ochenta. ¿Crees que alcanzaremos el centenar?

Yo apostaría que sí. La cuarta saga —Midnight Louie y su precuela, The cat and a playing card (Carole Nelson Douglas)— relata las investigaciones de un zaíno y astuto gatazo (pesa 10 quilos). En total, treinta y seis volúmenes. Objetivo cumplido de sobra.

Notas

1He indicado la fecha de publicación, pues probablemente se trate de una de las primeras novelas negras de gatos en la historia.
2No confundir con la también estupenda saga «The cat who…», de L T Shearer, protagonizada por el gato Conrad y tampoco traducida al español. De momento, lleva tres entregas: The cat who caught a killer, The cat who solved three murders y The cat who cracked a cold case. El año que viene saldrá la cuarta: The cat and the Christmas kidnapper.
3G. P. Putman’s Sons (su editorial) canceló la publicación de la trigésima —The cat who smelled smoke— tras la muerte de la autora (2011). A fecha de hoy, permanece inédita.
4Momento cotilleo: Rita Mae Brown es la expareja de Fannie Flagg —la autora de Tomates verdes fritos— y de Martina Navratilova. En cuanto a Sneaky Pie Brown, se trata del gato de la autora.
5Murder, she meowed (‘Se ha maullado un crimen’). No confundir con la novela homónima de Liz Mugavero, autora de siete novelas de misterio ligero protagonizadas por gatos (Pawsitively Organic Mystery Series ).
6A raíz de la publicación de Alemania enloquecida: el loco culto a las mujeres, los homosexuales y los inmigrantes (2014), una diatriba ultraderechista contra los colectivos del título, el trabajo del turco-alemán ha sido, en buena medida, censurado. Esta visión no se refleja ni en Felidae ni en su adaptación cinematográfica.

Misterios ligeros

Cabe mencionar que las obras citadas, en su mayoría, pertenecen a una subcategoría de la novela negra llamada cozy crime. Algo así como misterio ligero, y que se caracteriza por la prudencia. Vamos, que no muestran la violencia de forma explícita ni se regodean con el gore.

Bajo esta etiqueta, abundan las sagas. Sí; más sagas todavía. Pero no me quiero alargar con este apartado. Así pues, recurriré a un listado.

  • Shirley Rousseau Murphy y los excelentes veintiún casos del gato Joe Grey. Además, con su marido, inició1 la serie de Lee Fontana: The cat, the devil and Lee Fontana y The cat, the devil and the last escape.
  • Linda Stewart, con su noir infantil/juvenil de Sam, el gato detective, La gran siesta, El gatito maltés y El gran Catsby.
  • Sarah Todd Taylor, igual que la anterior. Su gato Max investiga los casos de La diva desaparecida, El retrato fantasma y The catnap caper.
  • Miranda James;2 público similar y dieciséis misterios ligeros —algunos, traducidos al español— de la patita de un gato librero. Serie: Cats in the stacks.
  • Sofie Kelly.3 Otra vez, dieciséis libros (serie Magical cats), también conducidos por un gato librero.
  • Laurie Cass. De momento, van doce publicaciones de su Bookmobile cat, capitaneados por otro gato librero, pero más parrandero.
  • Amanda Flower (Magical Bookshop) lleva cinco harto misteriosas (y buenas) novelas con, sorpresa, un gato librero.
  • Leighann Dobbs; octología de Nero y Marlow; dos gatos investigadores que no son libreros.
  • Jennifer J. Chow y la trilogía hipercaliforniana Sassy cat sobre una peluquera de mascotas y su gato Marshmallow.
Notas

1La autora murió en 2022 (94 años).
2Seudónimo de Dean James.
3Seudónimo de Darlene Ryan.

Novelas maurroríficas que te erizarán los bigotes

Pregúntale a mi hermana qué es un gato. Responderá: «La encarnación absoluta del mal». A ver, un poco trastos sí son, y su sinfonía de bufidos amedrenta al más osado. Aunque, de ahí, a emparentarlos con Eldeabajo o Ladelaguadaña…

De cualquier modo, parte de esa fama satánica, combinada con el pavor que despiertan los felinos grandes —como El gato del Brasil (Conan Doyle), que es una pantera— ha servido de referencia para que muchos autores diesen aspecto de gato al espanto. Precipuamente, en la calígine literaria del relato de terror y del pulp.

Por suerte, los tiempos cambian y, con ellos, el rol literario de los gatos. Así lo demuestran Neil Gaiman en el universo gótico de Coraline y Carolyn Hart durante la narración misteriosa, inquietante y paranormal de Lo que vio el gato.

Razón llevas al señalar que esta novela provoca más suspense que espeluzno. Bueno; lo arreglo en un pispás. Para temblar de verdad, para leer algo cripi hasta decir basta, te recomiendo la historia brujesca y sobrenatural de Los trece gatos negros de Edith Penn (Sean McDonough).

¿Demasiado canguelo? Entonces, pasa un rato terroríficamente divertido en compañía de El gato del infierno (Lynne Truss); una cómica novela de miedo.

Notas

1Cuentos gatunos: Lovecraft, Poe, Sheridan Le Fanu, Conan Doyle, Bram Stoker, E. F. Benson, Ambrose Bierce, Algernon Blackwood.
O gato: E. F. Benson, Dermond, Anderson Rodrigues, Leonardo de Mnas, Marlon P Silva, Gutenberg Löwe, Ricardo R. Gallio, Bruno Dunkel Schwarz, Scheleiden Nunes Pimenta.
Ambas incluyen el escalofriante relato corto La gata, de E. F. Benson. Imprescindible.

Fantasía felina

Poco después de que unos cuantos autores vaticinasen nuestro futuro y el costumbrismo galáctico en las novelas de ciencia-ficción, una mente brillante reemplazó a los humanos por… Pero, ¿qué veo?

«¡La hermosa Ophelia!».

Hamlet, Acto III, Escena I, Shakespeare.

Buf, me he quedado alpargata—. Y que lo digas, aunque tu despertar me viene que ni al pelo. Justo iba a hablar…
¿Todavía no has terminado?—…de las novelas felinas de fantasía; fantasía de tripi a veces, derroche de imagina…
Tengo sed; ahora vuelvo—.

En fin, prosigo

Mejor dicho, empiezo. Y lo haré con la descomunal serie comunal1 de Los gatos guerreros (Erin Hunter); la saga que no le va a la zaga a los gatos detectives. A todos.

Calcula que las plúrimas aventuras de los plúrimos clanes de gatos que transcurren en un mundo real ficticio2 suman, entre novelas de tres formatos (normales, cortas y gráficas), mangas, superediciones, guías, relatos y obras de teatro, la patagüina cifra de ciento veintiocho entregas.

O sea, ideal para jóvenes devoralibros, gente que se quiera dejar barba y presos condenados a una cadena larga.

Algo más modesta en cantidad —tres novelas— es la serie de Los magos felinos (Diane Duane),3 derivada de Los magos jóvenes y orientada hacia un público más adulto que la original.

De manera resumida, estos gatos protegen portales mágicos y solucionan cualquier problema espaciotemporal que acaezca, tanto en el presente como en una dimensión paralela del pasado.

Así pues, su labor de mantenimiento técnico les obligará a zurrarse con dinosauriosThe book of night with moon—, frustrar una conspiración nuclear en la Inglaterra victorianaOn Her Majesty’s wizardly service— y codearse con el glamur hollywoodense de 1946 —The big meow—.

Infaustamente, ni los gatos mágicos podrán evitar la invasión alienígena en el futuro. En consecuencia, Carl y la gata de su ex —la Princesa Donut— lucharán por su supervivencia durante la apocalíptica heptalogía Dungeon Crawler Carl (Matt Dinniman). Para fans de la litRPG y D&D.4

Notas

1Erin Hunter es el seudónimo de Kate Cary, Cherith Baldry, Victoria Holmes, Clarissa Hutton, Inbali Iserles, Tui T. Sutherland, Rosie Best y Gillian Philip, amén de otros autores e ilustradores
Paralelamente, este colectivo literario —similar a la fábrica de colaboradores de Dumas, padre— ha publicado cuatro sagas más que protagonizan animales: Seekers (osos polares), Survivors (perros), Bravelands (diversos animales de la sabana africana) y El reino del bambú (osos panda).
2Se rumorea por los mentideros de internet que las historias se desarrollan en el sur de Inglaterra. Si bien «mundo ficticio» debería despejar los intentos de localización, resulta asaz dable que las creadoras de la serie, que son británicas, encontraran allí la inspiración, al igual que los lakistas en el Distrito de los Lagos (Cumbria).
3Exguionista de Hanna-Barbera, Sunbow Productions o Disney. Ha escrito novelas de Star Trek, Spiderman, Los guardianes del tiempo, X-men
4Juego de rol literario y Dungeons & Dragons (‘Dragones y mazmorras’).

Déjate de sagas y habla de novelas, prrr favor

¿Me lo dices tú, que estás enganchada a una? —No es lo mismo—. Vale, para ti la perra gorda. —¡Fus! ¡Fus!—. Perdón; no debería haber mentado a tu archinémesis. Empero, verdad escondes tras tus quejas, de modo que te compensaré con una alhaja, con una gema y con una joya.

La alhaja se titula El gato que atraviesa las paredes, y la escribió Robert A. Heinlein.1¿El de Starship Troopers?—. El mismo. —¿Y de qué trata?—. De un matrimonio acusado de asesinato al que persiguen por la luna. Mitad comedia romántica, mitad suspense, entretenidísima, disparatada, con aroma de cine añejo en un frasco de perfume posmo y un gato que aparece y desaparece para dar sentido a la historia. Te absorberá en cuanto los protagonistas inicien la huida.

Vale; ahora, la gema—. No faltaría más: La canción de Cazarrabo, de Tad Williams. ¿Te acuerdas de cuando mamá te puso las pelis de El señor de los anillos ? —Oooooh… ¡Qué bonitas!—. Pues, algo similar, pero con gatos. —¡La quiero para Navidad!—.

Entonces, reservaré la joya para Reyes. —¿Cuál es?—. Una bizarrada épica sobre la amistad en un universo paralelo, protagonizada por un gato chistoso y un espadachín que armarán la de Mazagatos. Visualiza el planteamiento imperialista de La guerra de las galaxias al tiempo que la historia de La princesa prometida (William Goldman).2¿Y cómo se llama?—. Uy, es verdad; me he olvidado de decirlo: Lyrec, de George Frost.

Notas

1Pese a que sus obras conforman un metauniverso de ciencia-ficción, no necesitas leer las historias previas para entender esta. De eso se encarga el gato, artífice de que la novela mantenga su narrativa holística.
2Aunque Goldman no haya escrito nada sobre gatos, merece la pena comentar otras novelas suyas que se han adaptado en cine: Compañeros de armas y puñetazos (protagonizada por Steve McQueen), Marathon Man (por Dustin Hoffman) y Magic (por Anthony Hopkins). También escribió el guion de Dos hombres y un destino.

Miscelánea gatuna

Antes de pasar a la novelas de gatos japoneses, te presentaré un popurrí de obras que, bien por falta de espacio, bien por falta de categoría concreta, no he podido mencionar hasta este momento.

Por ejemplo, las hilarantes memorias de Peter Gethers, un norteamericano que odiaba a los gatos hasta que Norton le descubrió la senda del amor. Juntos, recorrieron varios países europeos, y de esos viajes salió esta trilogía: The cat who went to Paris, A cat abroad y The cat who’ll live forever.

Ahora bien, para memorias, las de Homero (Homer’s Odyssey), el intrépido gato ciego de Gwen Cooper. Más de 350.000 copias vendidas en Estados Unidos. A España no ha llegado porque este año los responsables de Cultura han preferido traducir —con dinero público— la otra Odisea del otro Homero, a pesar de que esto ya lo haya hecho Cátedra.

Satisfecha mi indignación, he decidido saltarme mis normas e incluir un libro para niños. Mis dos motivos expongo: raro es el adulto amante de los gatos que no se lo compra tras ver la ilustración de la cubierta (Dave McKean) y que no se maravilla cuando lo lee después.

Obviamente, me refiero a Varjak Paw1 (SF Said), cuya historia semeja la de Felidae, pero con un tono más moderado y pródigo en artes marciales. Ahora, a fin de no desaprovechar este hueco, añadiré la tetralogía mágica de Gabriel King2The wild road—, donde los gatos disfrutan intrigantes aventuras desafiando al espacio y al tiempo.

Notas

1Por Paul Varjak, personaje de Desayuno con diamantes (Truman Capote), interpretado por George Peppard en la película.
Otras novelas de gatos para niños: The abandoned y Thomasina, la gata que creía que era Dios, de Paul Gallico. Disney adaptó la segunda al cine (Las tres vidas de Thomasina, 1963). No sería la única obra de Gallico que acabase en la gran pantalla; es el autor de La aventura del Poseidón.
2Seudónimo de Jane Johnson y M. John Harrison.

Miscelánea gatuna, segunda parte

Un vetusto proverbio inglés advierte que un gato tiene nueve vidas. Con tres, juega; con tres, se extravía, y con las tres últimas, se queda.

«—¿Qué quieres de mí?
—Buen dios de los gatos, nada más que una de tus nueve vidas».

Romeo y Julieta, Acto III, Escena I, Shakespeare.

Infaustamente, cuando Grimalkin muere, el rey de los gatos de la mitología escocesa e irlandesa le informa de que le han robado ocho de esas vidas. Por tanto, puede quedarse en la Tierra… pero en formato de espectro. Así comienza la mirífica The ghost cat (Alex Howard)1, que te contará la historia de Edimburgo desde finales del XIX hasta la muerte de Isabel II.

Hablando del XIX, imagínate esta situación: una taberna; Charles Dickens dentro, sufriendo bloqueo de escritor; un gato que adora el queso y un ratón que se lo suministra. De momento, todo normal. Súbitamente, ocurre algo que pondrá en jaque a la monarquía británica. Si quieres saber la causa, este libro deberás tener en tu casa: The Cheshire cheese cat (Carmen Agra Deedy & Randall Wright).

¿Un gato amigo de un ratón?—. Este, sí. Y Mauricio, el del Mundodisco, de muchos más en la versión del flautista de Hamelin (El asombroso Mauricio y sus roedores sabios ) que escribió Terry Pratchett. O Fígaro en El mundo místico de Madame Mym (Juan Bauty). —Al menos, no son colegas de un perro—. Esto… No has leído El viaje increíble (Sheila Burnford), ¿verdad?

Notas

1Autor de Library cat, otro gato librero. Solo que, este es real. Bueno, inspirado en Jordan, el gato residente en la biblioteca de la universidad de Edimburgo.

Miscelánea gatuna, tercera parte

Me valdré de la nota que acabas de leer sobre Jordan a fin de introducir las novelas de gatos intelectuales. Al fin y al cabo, su homónimo en Cambridge —Thomas Gray: philosopher cat (Philip J. Davis)— colabora con un historiador de las matemáticas al estilo del «Pangur Bán»1 loado en un poema celta.

«Discúlpeme por ser tedioso, pero como decía Disraeli, tengo tendencia a reducir máquinas de vapor a teteras».

Thomas Gray: philosopher cat, Philip J. Davis.


Quién sabe qué habría sucedido si Gray hubiera conocido a Epaminondas, el gato filósofo, de Clóvis de Barros Filho. —Florecería la cultura y surgiría una Edad de Oro, como pasó en Atenas—. En «Gatenas», ja, ja. —¡Llévame contigo, rey de los gatos escoceses e irlandeses! Menudo desperdicio de humano me ha tocado por dueño—.

No fufes, gata ingrata, y atiende. Esta línea argumental sobre mininos pensadores procede, creo, de la fértil imaginación del genial autor de Köninsberg (Kaliningrado), E. T. A. Hoffman. —¡Anda! Como Kant—.

Exacto. Un día, el más gótico de los románticos plasmó sus experiencias juveniles en su ciudad natal, metamorfoseándose en un gato —Gloriosa elección—, y las publicó bajo este título: Opiniones del gato Murr.

Irónicamente, mur significa ‘ratón’ en español. Proviene del latín mus, que define lo mismo. Así pues, tú, quien me lee, ya sabes qué tienes dentro del brazo cuando sacas músculo.

Notas

1«Pangur Bán» (Pangur —tal vez, ‘batanero’— blanco), poema irlandés del siglo IX, escrito en la abadía de Reichenau (isla del lago de Constanza), presumiblemente, por Sedulio Escoto.

Novelas japonesas de gatos

Mientras la Europa cristiana masacraba a los gatos por su relación con las brujas —o eso cuenta la leyenda1—, en Japón los consideraban defensores del budismo. En esencia, porque mataban a los roedores que intentaban comerse los sutras. Es decir, los textos sagrados.

Sea cierto, sea falso, la verdad es que los japoneses veneran al neko (‘gato’). Nivel faraón. Da igual cómo: mascota, estatuilla que mueve la patita para cazar la suerte2 —maneki-neko—, jefe de estación, protagonista de anuncios, médico residente en cafés, maestro de zazen —meditación zen—… En definitiva, reinan en las islas. A veces, literalmente.

Por supuesto, la cultura nipona no ha ignorado sus cualidades místicas (paz, curación, equilibrio…), folclóricas (nekotsuki: ‘posesión felina’, bakeneko: ‘gato que cambia de forma’, yōkai: ‘gato monstruo’) ni estéticas (Hello Kitty, las nekonimi3…). Sobre todo, a raíz de que un escritor transformase a uno en el protagonista de su novela, dando lugar a un género literario nuevo: el neko bungaku (literatura de gatos).

«Mi gato se mueve en silencio, sin hacer un solo ruido, como un dragón negro sobre las nubes».

Diario del emperador Uda, 11 de marzo, 889.
Primer registro escrito sobre un gato en Japón.
Notas

1Los defensores de esta idea citan como referencia la bula Vox in Rama (1233), emitida por el papa Gregorio IX y enviada al emperador Federico II, al Rex Romanorum Enrique VII, al arzobispo de Mainz, al obispo de Hildesheim y al cura Conrado de Marburgo con el objetivo de erradicar las prácticas heréticas que se producían en el norte de Alemania.
Concretamente, en las tierras de los Stedingen —Oldenburgo, 35 km al noroeste de Bremen—, contra quienes Gregorio IX decretaría una cruzada ese mismo año. El texto muestra los pasos de iniciación en una secta satánica, y menciona la figura de un gato negro. Sin embargo, en ninguna parte se ordena la exterminación de los felinos.
Asimismo, debido al alcance regional de la bula, resulta poco dable que de aquí provenga la asociación demonio-gato, ya que su contenido difícilmente se conocería allende el condado de Oldenburgo.
2En la leyenda originaria, procedente del periodo Edo (1603-1868), una brutal tormenta había sorprendido a un señor feudal y sus sirvientes durante su camino. De pronto, el señor feudal vio a un gato haciéndole gestos con la patita. Intrigado, ordenó a la comitiva que siguieran las indicaciones del gato, quien los condujo hasta el templo de Gotokuji, donde vivía junto con su dueño, un bhikkhu (monje budista).
3Personaje femenino del anime que representa una gata antropomorfizada. Su imagen es muy popular en el cosplay.

El primer maullido

El autor en cuestión se llama Natsume Sōseki. El libro: Soy un gato (1905-1906). Se trata de una sátira de su sociedad que cero tiene que ver con la crítica que el inglés Odo de Chériton realizó al clero español en su Libro de los gatos (1222).1

Tamaño éxito disfrutó esta obra que pronto se extendió la narrativa felina por el país del sol naciente. Destacaré tres títulos: La gata, Shōzō y sus dos mujeres 2(1936), de Jun’ichirō Tanizaki, Oh, Nora (1957), de Hyakken Uchida3 y Oh, Tama (1987), de Mieko Kanai.

Sucedió entonces que, llegado el nuevo milenio, el rollo japonés se puso de moda. Aprendimos a comer con palillos, a dejar de llamar sushi al maki y distinguirlo del nigiri —al igual que al manga del anime— y que existían novelas de gatos.

Notas

1Odo renegó de su idioma tras la conquista normanda de Inglaterra y ejerció de profesor de teología en las universidades de Salamanca y Palencia. Allí, el humanista escribió sus Fábulas. Posteriormente, se tradujeron al castellano —Odo las había escrito en latín— con un título nuevo. Y extraño, pues se trata de un libro de contenido religioso moralizante, donde los animales cumplen un rol alegórico. Entre ellos, los gatos, aunque solo aparecen en siete fábulas.
Según María Rosa Lida, el título proviene de la annominatio ketzer-katze (‘hereje-gato’) —¿tal vez derivada de Vox in Rama?— que empleaba el predicador germano Berthold von Regensburg (XIII) y que añadió un nuevo significado al término gato: «Yo que siempre vos guardedes de los que vierdes que se fazen gatos religiosos, que los más d’ellos siempre andan con mal e con engaño» (El conde Lucanor, Don Juan Manuel, Príncipe de Villena, 1331-1335).
Como curiosidad, un cuento de El conde Lucanor («Historia del Deán Santiago y el mago de Toledo») guarda bastantes paralelismos con un setsuwa (cuento moralizante japonés).
2La trama de esta novela me retrotrajo al triángulo amoroso que narra Colette en La gata (1933).
3Discípulo de Sōseki y principal responsable de popularizar la literatura de gatos creada por su maestro.

La conquista global

Bueno, ya sabíamos que existían novelas de gatos. Empero, nunca habíamos visto una ficción literaria donde participasen de manera tan directa en la trama e intervinieran en el desarrollo temático de las historias. Aún menos, sin matar a alguien o resolviendo un crimen.

Por tanto, abrimos nuestra mente con esa narrativa exótica, tan opuesta a las ideas preconcebidas de nuestro canon literario. Y, claro, sucumbimos a esa prosa lisérgica, realista, mágica, trágica, humana, humorística, meditativa, espiritual, empática, dura, entrañable y respetuosa con la naturaleza.

«Oh, ¿qué duerme bajo el cielo nocturno de la gran ciudad?
Solo la sombra de un gato azul.
Un gato que habla de la triste historia de la raza humana.
Una fantasía azul de la felicidad inalcanzable que busco».

«Aoneko» (‘El gato azul’),Hagiwara Sakutarō (1923).

Resumiendo; los gatos japoneses nos hechizaron en papel de la misma forma que Ophelia me conquistó cuando la vi por primera vez. Y… Vaya; no sé dónde se ha metido. —¡Estoy comiendo!—.

Estupendo; mientras te alimentas, pondré unas cuantas novelas de gatos que tú, quien me lee, fetén harías en regalarte si deseas conocer la transformación personal que se siente cuando compartes tu vida con… —¿Pero qué mierda es esta? ¡No me has puesto fiambre de pavo!—…un gato.

  • Takashi Hiraide: El gato que venía del cielo (2001).
  • Kiyoshi Shigematsu: The blanket cats (2008).
  • Hiro Arikawa: Crónicas de un gato viajero (2011-2012) y El gato que decía adiós (2024).
  • Genki Kawamura: Si los gatos desaparecieran del mundo1 (2012).
  • Sosuke Natsukawa: El gato que amaba los libros (2017) y El gato que amaba la biblioteca (se publicará el 10 de abril de 2025).
  • Makoto Shinkai: Ella y su gato (2019).
  • Ishida Syou: We’ll prescribe you a cat (2024).
Notas

1Versión del Soy un gato (Sōseki) sobre la sociedad del XXI.

La globalización del neku bungaku

La nueva corriente literaria nipona animó a que los escritores no orientales dieran cabida a los gatos en sus novelas. Infaustamente, lo de emular el neko bungaku, en fin, digamos que no estaba al alcance de todos.

Tal vez el intento más digno corresponda a El gato y la ciudad y Cuatro estaciones en Japón (Nick Bradley). Aunque, también dispones de un homenaje patrio al padre de este género en Soseki, inmortal y tigre (Sánchez Dragó).

Uy; noto que barruntas alguna dificultad de comprensión con las novelas de gatos japonesas y similares por mor de las tinieblas que genera el budismo en tu cabeza. Desmaya la preocupación, porque no hay obra mejor de cara a iniciarte en sus enseñanzas que El gato del dalái lama (David Michie) y la secuela de este irreverente morroño, titulada El arte del ronroneo.

Y, ya, frisando el punto final de «Novelas de gatos», dos trilogías sensacionales. La primera, la dulcísima historia de Bob —Un gato callejero llamado Bob,1 El mundo según Bob y Un regalo de Bob (James Bowen)—. Más o menos, sigue la línea nipona de transformación personal gracias a un gato, pero desde un enfoque más europeo.

La segunda, la verdad, de japonés tiene poco. Lo que pasa es que no tenía otro lugar donde meterla y, como me sobra espacio aquí, pues para dentro. Se trata de las experiencias de Cleveland Amory con su gato Polar Bear: The cat who came for Christmas, Shelve the cat and the curmudgeon y The best cat ever.

Notas

1La historia de Bob cuenta con una versión cinematográfica. Sale Tony Head (Giles, en Buffy), por lo que merece la pena verla únicamente por esta razón. Y por el gato, claro.

…y con esto y un gato, adiós con la patita al 2024

Qué, ¿te han gustado las novelas de gatos que he seleccionado? —¡Miau! Pero alguna es más rara que un gato verde—. No tanto; sale uno en Milenio verde, de Fritz Leiber, quien ha publicado varias felinadas fantásticas, como la sobresaliente Space-Time for Springers.

Aunque, si quieres oír algo extraño, escucha el argumento de The game of rat and cat (Cordwainer Smith) —Cuenta, cuenta—: gatos astronautas telepáticos que cazan dragones con bombas nucleares en miniatura. —¡Menuda marciana de novela!—.

¡No! No es una novela, sino un relato corto. Por cierto, ahora que menciono este formato, ¿te acuerdas de Roald Dhal? —No—. Sí; el autor de Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante o Matilda. —¡Aaaaah…! Tampoco—. Vaya; pues escribió un relato corto no apto para mojigatos sobre una mujer que cree que su mizo es la reencarnación de Franz Liszt (Edward the conqueror ).

De todas maneras, por mucho que esta historia evoque los cuentos de Poe, el suspense que genera la pintura de un bodegón en The cat in the picture (Wright Morris) te hará dudar si este relato no procede de la pluma del escritor de Boston.

Dicho esto, Ophelia y yo te deseamos una feliz Navidad… —¡y un prrrróspero año nuevo!—.