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Confieso que, más que un artículo sobre recomendaciones de lectura, yo, quien te escribe y te sugiere, te daré mi opinión acerca de quince libros que he leído entre el verano del año pasado y este.

Obviamente, prescindiré de toda obra que haya empleado para documentarme de cara a las siguientes novelas (sí, en plural), de los títulos que haya mencionado en artículos previos y los de otros manuscritos que, por diferentes motivos, han nutrido mis ojos con sus historias a lo largo del año.

En resumen, he seleccionado libros fáciles de encontrar y agradables de leer. Aunque, he de matizar, algunos exigen un pelín de esfuerzo. Dicho esto, comencemos.

Comunicado previo a las recomendaciones de lectura

Bueno, no; antes de comenzar con estas recomendaciones de lectura, debo indicar que mi opinión sigue mi criterio, que mis valoraciones proceden de mis gustos y que mi juicio depende de mi espíritu crítico.

O sea, que se trata de un parecer personal. Tú puedes considerar lo opuesto a lo que aquí leas.

Recomendaciones de lectura: relatos cortos

Los tres autores que aparecen en este apartado han obtenido el reconocimiento literario a través de su faceta novelística, pero sus relatos cortos te mostrarán su verdadera capacidad narrativa. Principalmente, porque el formato les ofrece plena libertad creativa.

Así que, descarta cualquier idea preconcebida cuando veas sus nombres.

La mujer oculta (1924), Colette

Durante una visita familiar por las tierras celtas, mi prima Susana tuvo a bien llevarnos a Nigraponte, la librería lalinense donde encontré esta sublimidad de obra.

Si no conoces a Colette —candidata al Nobel (1948)1 y primera mujer que recibió un funeral de Estado en Francia (1954)—, te diré que representa para la literatura del Modernismo lo mismo que George Sand para la del Romanticismo. Esto es, una autora excepcional, devorada por su fama de trasgresora.

Recomendaciones de lectura: Colette.
Foto: quien te escribe.

«¡Otro drama! ¡Y qué pronto se da uno cuenta de lo que es! Tenemos dieciocho, diecinueve años. Queremos morder la vida con nuestros dientes de lobo. Queremos ser el amo y señor. Hemos tenido una escena con papá y mamá, y nos hemos marchado después de unas palabras feas que lamentamos mucho… Quisiéramos volver, pero nuestro orgullo nos lo impide. ¡Ah, juventud!».

Quizá por eso las feministas norteamericanas la declararon «la heroína más auténtica de todas las mujeres escritoras»,2 aun cuando Colette no se identificaba, precisamente, con el movimiento.3 Tampoco, con un género literario específico.

Esto lo comprobarás en La mujer oculta, un recopilatorio de cuentos tan excelsos que, una vez termines de leerlos, iniciarás una petición en change.org para que les otorguen un día festivo.

Créeme; no exagero. Las historias que hilvana en un máximo de seis páginas frisan el exhibicionismo técnico y la ostentación de talento. Bien podrían utilizarlas en los cursos de escritura en lugar de las de…

Mejor me callo, y pongo un vídeo.

Colette (2018).
Notas

1Lo ganó T. S. Eliot.
2 Retrieving Colette (1974), Erica Jong
3«En aquella época, [Colette] respondió a un periodista que le preguntó si era feminista: “¡Oh, no! Las sufragistas me dan asco. Y si alguna mujer en Francia piensa en imitarlas, espero que le haga comprender que esa moral no tiene cabida en Francia. ¿Sabes lo que se merecen las sufragistas? El látigo y el harén”» (Maurice Dekobra, Paris-Théâtre, 22 de enero de 1910).
Años después (1927, en concreto), Walter Benjamin le preguntó (Literarische Welt) si las mujeres deberían participar en la vida política, a lo que contestó: «Serían tan capaces como un hombre de formar parte de un comité o de un jurado. Pero tienen […] dos o tres días al mes en los que están irritables, enfadadas y son imprevisibles. Y, en esos días, los asuntos públicos siguen su curso».

Acerca del robo de historias y otros relatos (2001), Gueorgui Gospodínov

¿Nunca te ha sucedido que, husmeando entre las estanterías de una librería, una obra despierta a tu voz clarividente? Pues eso me pasó cuando di de ojos con esta compilación.

Recomendaciones de lectura: Gospodínov.
Foto: quien te escribe.

«¡Qué podía ser aquella delicia portadora de semejante nombre!».

Reconozco que no tenía ni la menor idea de quién era Gospodínov. Empero, gracias a la intuición de mi voz clarividente, he descubierto a un autor que, sospecho, no tardará en encumbrarse como uno de los referentes intelectuales de la literatura europea.

De momento, ya ocupa ese puesto en su país (Bulgaria), y mi pila de libros pendientes de leer ha aumentado con su novela Las tempestálidas (2020). Aunque, esto no significa que Acerca del robo de historias me haya entusiasmado.

A ver, matizo; sus relatos son miríficos. De hecho, «El regalo tardío» me ha parecido una obra de arte. Y no se trata del único que me ha causado semejante impresión («Peonías y Nomeolvides», por ejemplo).

Infaustamente, alguno me ha sobrado dentro del collage narrativo. Tal vez, porque he ignorado a mi voz clarividente, y no he tenido en cuenta que el autor, en realidad, está compartiendo todos los trabajos que ha publicado en diversas revistas literarias.

La intemporalidad perdida (1977), Anaïs Nin

A despecho de lo que indique la fecha de publicación en el título, Anaïs Nin escribió estos relatos entre 1929 y 1930. Es decir, un año antes de cautivar a Henry Miller (1931) y dos de su debut literario con D. H. Lawrence: un estudio no profesional (1932).

Por tanto, La intemporalidad perdida constituye un testimonio más íntimo que sus célebres diarios… desde una perspectiva artística, obviamente. No en balde, revela los elementos expositivos fundamentales de su obra posterior y, anticipando tu pregunta, olvídate de encontrar contenido sexual.

Recomendaciones de lectura: Anaïs Nin.
Foto: quien te escribe.

«Usted vive para los milagros y yo florezco a partir de la lástima crónica».

¿Es decepción lo que nubla tu rostro? Pues, alégralo, diantres. Aunque no veas el erotismo esnob y explícito característico de Nin, sentirás ese aroma sicalíptico en sus historias, ya que la trama desarrolla el arco narrativo mediante la seducción, el deseo y la posesión.

También te advierto que los relatos, en general, muestran más entusiasmo que calidad. Empero, su virtud reside en que:

  • Tienden un puente entre la literatura modernista y el vanguardismo de entreguerras (Henry Miller, Lawrence Durrell…).
  • Percibirás con mayor claridad la esencia literaria de Nin: impresionismo, surrealismo, introspección psicoanalítica y la liberalización de la mujer.1
  • Creerás que «Alquimia» lo escribió Pessoa.
Notas

1En la segunda mitad del XIX, se consolidó el cambio social iniciado durante la Regencia. A principios del XX, el Modernismo reaccionó en contra de este dogma moral, pero el trabajo de Freud proporcionó la evidencia científica necesaria para sostener el argumento del rol doméstico de la mujer.
Nin, al igual que L.E.L., cuestionó ese paradigma a través de su obra, si bien de una forma más analítica que la inglesa, con quien, además, compartía trauma derivado de una figura masculina (L.E.L. con Jerdan, Nin con su padre). De ahí que algunos la definan como «Proust con daddy issues».

Recomendaciones de lectura: arte en prosa

A riesgo y ventura de parecer obvio, una novela cuenta una historia. Bueno, un cuadro, también. Por tanto, es normal que los autores pinten con palabras las formas y colores que los pintores han escrito sobre un lienzo.

De esta manera, la literatura y el arte se funden en un libro. Como los tres que he escogido.

Los Once (2009), Pierre Michon

No cabe duda de que el primer capítulo de Los Once te retrotraerá a El rosa Tiépolo (Roberto Calasso, 2006). A continuación, Michon comentará el nacimiento del pintor de Los Once y de la Ilustración francesa antes de centrar el relato —cuando las digresiones históricas y filosóficas se lo permiten— hacia un cuadro ficticio sobre el que monologará con una cadencia decadente, hermosamente intensa y melódicamente rápida, que a mí me retrotrajo al larpular narrativo de A contrapelo (Huysmans).

Si no has comprendido ni jota de lo que acabo de decir, imagínate que estás en el Louvre y se te planta al lado un hombre culto y gárrulo —te retrotraerá al Rámpolo de MuArte, pero sin su sentido del humor— que decide compartir su vasto conocimiento artístico contigo para charlar él solo y a su metrónomo acerca del cuadro que contemplas. Lo único es que ese cuadro no existe.

Recomendaciones de lectura: Michon.
Foto: quien te escribe.

«No hay forma mejor de ilustrar también que el hombre individual es un monstruo».

Mediante este planteamiento, Michon divaga mientras analiza un cuadro imaginario e imaginado dentro de un contexto real a fin de abordar el tema de la artificialidad. Interpreta esto último como te plazca, pues plúrimas conclusiones y reflexiones extraerás de esta novela corta. Si logras entenderla.

Definitivamente, Los Once no es una obra sencilla ni apta para lectores de libros «que se lean rápido», consumidores de tramas comerciales, ciegos a la belleza de la prosa u hostiles al contenido intelectual.

El affaire Arnolfini (2023), Jean-Philippe Postel

En primer lugar, debo enfatizar que este libro no es una novela, sino un ensayo de arte. ¡Espera! ¡Espera! No huyas todavía.

Verás, se trata de un estudio sobre Hernoulle-Fin con su esposa —retitulado El matrimonio Arnolfini—, un retrato de la escuela flamenca (o gótico tardío, o pre-Renacimiento, o…) que Jan Van Eyck pintó, se supone, allende 1434.

A simple vista, no observarás nada raro en el cuadro, y dirás: «Pues es bonito». O no. Pero, tu opinión da igual, ya que a Postel le han llamado la atención varios detalles que, sin demora, comienza a investigar.

Recomendaciones de lectura: Postel.
Foto: quien te escribe.

«Observémoslo por última vez con ojos inocentes antes de que su sombría verdad se imponga».

Desde ese momento, tus manos se negarán a despegarse de sus páginas. Apagarás el teléfono para que nadie interrumpa tu lectura. Se te hará de noche si lo lees de día, y te desvelarás si lo haces por la noche.

Finalmente, cuando lo termines, te costará creer que este libro no sea una novela, sino un ensayo de arte.

Me llamo Rojo (1998), Orham Pamuk

Soberbio novelón de un portentoso escritor. El equivalente turco al Ulises, si Joyce hubiera escrito una obra que se entendiese y transcurriera en el Estambul de 1591. Egregia exhibición del uso de la estructura fragmentada. Y, sin lugar a duda, el paraíso del narrador múltiple. Porque aquí todo el mundo tiene algo que contarte: desde el sultán Murad III, los ilustradores de miniaturas y una celestina judía hasta un perro, un cadáver o el color rojo.

Eso sí, se expresan de forma ordenada. Cada capítulo corresponde a una voz (hay veinte, en total, al margen de otros personajes), y cada voz relata, desde su perspectiva, una parte de la trama antes de ceder el testigo narrativo a la siguiente voz.

Así, retal de trama a retal de trama, el Nobel de Literatura de 2006 tapiza una historia —que son varias— para componer una novela coral con el tronido caótico de su orfeón otomano.

Recomendaciones de lectura: Pamuk.
Foto: quien te escribe.

«A causa de las pinturas de este libro los ilustradores se están matando entre ellos. ¿Es por dinero o porque, Dios nos libre, el libro blasfema contra nuestra religión? Cuentan que el que mira las pinturas se queda ciego de inmediato».

Vale, ¿y de qué trata este prodigio polifónico de sinfonía cacofónica? Pues, mira; es una novela costumbrista históricorrománticofilosófica de misterio con metaficción acerca del conflicto intelectual entre Oriente y Occidente durante el inicio de la decadencia del Imperio.

Aunque, quizá resulte menos enrevesado explicarte el tema: cómo la cultura condiciona la interpretación del arte.

Los que menos me han gustado

Probablemente, te extrañará que incluya obras que no me han gustado dentro de un artículo sobre recomendaciones de lectura, pues se supone que tengo que incitarte a leer en lugar de desanimarte.

Empero, contumaz en mi rebeldía y porfiado en el desafío a las expectativas preestablecidas, he optado por concederles un hueco, acaso fuere yo, y no el libro, quien hubiere errado su criterio.

Metafísica de los tubos (2000), Amélie Nothomb

Conviene aclarar que Metafísica me ha gustado, pero tarde. Es decir, a partir de la página ochenta, aproximadamente, comencé a apreciar la historia. Lo malo es que el libro termina en la ciento cuarenta y tres.

Recomendaciones de lectura: Nothomb.
Foto: quien te escribe.

«No basta con que uno hable de su juventud para que sea hermoso. Tú, si hablaras de la tuya, resultaría miserable».

Por lo que he investigado, Nothomb publica un libro cada año desde 1992. Esto explica, en buena medida, la constante sensación de escritura a vuelapluma que me transmitía la narración de su experiencia infantil en Japón.

Asumo que este estilo impetuoso y recargado de diálogos resultará ameno para quienes disfrutan esprintando con la lectura. No es mi caso, lo siento.

Aun así; varias secciones y, definitivamente, el bloque del desenlace me han dejado un grato sabor de boca; escaso majar para satisfacer mi hambre literaria.

El tren de las almas (2018), Mado Martínez

Ignoro en qué momento llegó El tren de las almas a la estación de mi casa. Deduciré, pues, que alguien me lo regaló con sus mejores intenciones.

Veamos; el planteamiento no está mal. Por desgracia, pasado el inicio, surgen ciertas incongruencias, se percibe una tendencia a repetir contenidos dialogados y a dar preponderancia a los asuntos secundarios por encima de la línea narrativa.

Tal circunstancia alerta a mi voz clarividente, quien presagia la inminencia de un accidente. Solo que, continúo con la lectura para honrar el esfuerzo del regalo. Así, transito hacia el primer cambio de agujas, y el relato se desvía por la vía de la analepsis, donde aparecen nuevas contradicciones.

Recomendaciones de lectura: Martínez.
Foto: quien te escribe.

«Acababan de aprender por las malas la regla número uno del tren: no enfadar al revisor».

En fin, no me quiero alargar en exceso. El tren descarrila, víctima de una historia que no va a ninguna parte. Pero, bueno, igual tú le pillas el sentido mejor que yo.

En breve, el resto

La semana que viene —y, esta vez, lo digo en serio— subiré los comentarios de los siete libros que, debido a motivos espaciotemporales cuánticos e interdimensionales, no han encontrado sitio en estas recomendaciones de lectura.

Desbordando creatividad, intitularé la continuación de este artículo «Más recomendaciones de lectura». No, de verdad; no hace falta que me felicites por mi ingenio.

A modo de anticipo, hablaré de cinco novelas excepcionales y de dos sorpresas inesperadas con las que me he topado. Hala, ya está; sigue disfrutando del verano.