Blog

fotos_blog

Si quieres saber qué sintieron aquellos que descubrieron América, desempolvaron Pompeya, excavaron los once niveles de Troya, encontraron las pinturas de Altamira o pisaron la Luna, no pierdas más el tiempo. Vete a una librería y cómprate un libro de Cunqueiro: un hombre que se parecía a nadie.

Así, conocerás al autor que Antonio Iglesias Laguna describió como «un misterio con gafas» y a quien Francisco Umbral definió con las siguientes palabras:

«En América sería Borges. En Europa sería Andersen. En España dirige un periódico para vivir. Nunca aprenderemos a valorar a nuestros escritores con menos de un siglo de retraso. Ahora le han dado un premio gordo [Nadal, 1968] y a lo mejor nos enteramos. Por otra parte, a él tampoco parece importarle demasiado. Ha comido bien y eso basta».

Cunqueiro: un hombre que se parecía a nadie

En esencia, la obra de Álvaro Cunqueiro constituye un despapaye literario donde las corrientes vanguardistas de su época se funden con la materia de Bretaña y una variopinta cartera de escritores relacionados, de alguna manera, con el género fantástico.

Interpreta ese «de alguna manera» en el sentido más amplio posible. Y «la obra de Cunqueiro» como algo holístico que incluye libros de cocina.

Bien; a continuación, añade el mapa de Galicia que cartografió Domingo Fontán a la Grecia que narró Hölderlin, pero con la rebeldía lírica de Villon, Aloysius Bertrand y Baudelaire después de que los tres leyesen el manifiesto surrealista de Bretón y a Paul Éluard1 mientras recorrían el Camino de Santiago.

Vale, ahora imagínate que Homero fuese Cervantes y Lawrence Sterne, y que Lord Dunsay hubiera escrito El Lazarillo de Tormes con los hermanos Grimm y Lin Yutang. Mete a Shakespeare y a Stendhal por algún lado, siéntalos junto a Valle-Inclán y ponles a leer poesía gallega nacionalista.

¿Suena muy raro? A ver, ¿qué esperabas de alguien que afirmaba descender de un lobo por parte de madre y de una sirena por parte de padre?

Notas

1Exmarido de Gala, la posterior esposa de Dalí.

Las mocedades de Cunqueiro

Cunqueiro, un hombre que se parecía a nadie, nació un 22 de diciembre de 1911 en un lugar «rico en pan, en agua y en latín». O sea, Mondoñedo.

Al principio, le conocían por «el hijo del boticario», precipuamente a causa de la farmacia que regentaba su padre. Empero, con el tiempo, afloraron otras cualidades difíciles de ignorar entre los mindonienses: una prodigiosa imaginación, una obsesiva curiosidad botánica, el amor por la lectura (y las mujeres), su tremendo parecido con Nick Cage y un cuerpo con la complexión física de un espárrago de metro ochenta y cinco de altura.

Mientras pegaba el estirón, continuaría su escolarización en Lugo. El cambio no le sentó bien, la verdad. Echaba de menos su pueblo, la naturaleza, las historias que le contaban sus paisanos y las que escuchaba en la botica.

En cualquier caso, terminó los estudios, siguió descubriendo cosas, leyendo libros y sorprendiendo con su ingenio. Luego, comenzó su periplo universitario en Santiago, donde se transformó en un trotacalles ahobachonado. Vamos, que dejó la carrera (Filosofía y Letras).

No así su formación —autodidacta—, los amoríos o las tertulias: foro logístico intelectual, político y artístico de la época, amén de punto de contacto entre sabios por ser y profesionales en ciernes con eruditos consagrados.

Ahora, pondré todo esto en el contexto adecuado, ya que el ambiente cambió tras un golpe de estado.

El contexto adecuado

El primer paso para entender la obra de Cunqueiro —y la de cualquier otro autor gallego desde mediados del XIX hasta la Guerra Civil— reside en el Rexurdimento. Es decir, el movimiento que marcó el devenir político, social, lingüístico, literario, cultural, folclórico e histórico en Galicia.


En su origen, el Rexurdimento combinaba elementos del Romanticismo alemán y el socialismo utópico de Fourier. Luego, recibiría la influencia balzaquiana y zoleña1 (de Zola; me he inventado el adjetivo) antes de fundirse con las corrientes decadentes y vanguardistas francesas, cuando ya se desarrollaba paralelamente al Renacimiento céltico.

Bueno, pues Cunqueiro pertenece a esa última etapa; la de los locos años veinte y el surrealismo compostelano,2 donde atraerá la atención del Rexurdimento tras la publicación3 de sus poemarios Mar ao Norde (1932) y Poemas do si e non (1933). Obviamente, escritos en gallego.

«Que vidro nasceu naquela goteira que toda a noite soa a vals?».

Poemas do si e non, Álvaro Cunqueiro.

Vale; el segundo paso consiste en distinguir la creación de una mitología por parte de mentes cuerdas y la deformación de la realidad que realiza una mente imaginativa y creativa. Esta última pertenece a Cunqueiro, acaso te hubiese surgido alguna duda.

Empero, ya profundizaré sobre este tema más adelante. De momento, finalicemos el peregrinaje cunqueiriano con una breve muestra de sus influencias literarias.

Notas

1Emilia Pardo Bazán comenzó con el Romanticismo, pero se pasó al naturalismo y a predicar las virtudes de Zola.
2Aquí entabló amistad con Gonzalo Torrente Ballester, quien nació un año antes que él.
3Su nombre y estilo ya resultaban conocidos en el entorno tertuliano porque Cunqueiro colaboraba en varias revistas gallegas. A raíz del éxito de sus dos poemarios, amplió su círculo profesional y se le abrieron nuevas oportunidades laborales.

El conversador converso

Veinticinco primaveras contemplaban a un Cunqueiro florecido en poeta vanguardista, activista político y orador persuasivo de galleguistas y gallegas. Infaustamente, mientras los nacionalistas manifestaban sus planes para la región, otro gallego exponía los suyos a la Legión.

A fin de comprender lo que sucedió a continuación, te recordaré las tres opciones que existían aquel enmascarado año del 20covid-19: irte al campo, dedicarte a las conspiraciones o vacunarte. Bueno, pues los galleguistas tuvieron que escoger entre el exilio, luchar con los maquis o afiliarse a la Falange.

Espero que esta analogía te ayude a no cuestionar las decisiones que se toman en momentos críticos durante épocas de Cañas y barro, no de Amadís y Byron. Porque Cunqueiro colgó su gabardina amarilla y se puso la camisa azul de los falangistas.

Del falansterio a la Falange

Apenas dos semanas después de su estallido, la guerra civil terminó en Galicia. Al margen de Vigo, donde se había desarrollado el grueso del conflicto, la mayoría de los municipios se libró de las batallas. Pero no de las persecuciones, los arrestos y las ejecuciones.1

La familia de Cunqueiro, asaz conservadora, estaba al corriente de que el nombre del poeta figuraba en la lista negra de los franquistas. Por consiguiente, removieron Mondoñedo con Santiago para buscar la manera de que no acabase como los de la nota al pie de apartado.

Aquí, su historia se vuelve bretemosa.2 Solo sabemos que lo enviaron a Ortigueira, donde Cunqueiro impartió clases en el colegio Santa Marta mientras escribía artículos para Era Azul; un semanario falangista.3 Y, unos meses después (febrero de 1937), comienza a trabajar en El Pueblo Gallego.4

De este modo, el hombre que se parecía a nadie ya no sería el nuevo Huidobro, sino un periodista del bando nacional5 en lugar del nacionalista. Eso sí, conservó su piquito de oro.

«¡Sochantre, da más gusto oírte que fornicar!».

Frase de Serrano Suñer a Cunqueiro, quien la reproduciría en su novela Las crónicas del sochantre.

La anécdota de la cita ocurrió en Madrid, ciudad que acogió a Cunqueiro en abril de 1939,6 ya como miembro de la redacción del ABC, aunque sin dejar de colaborar con publicaciones de la Falange. Total, le habían salvado la vida, compartía ciertos aspectos de su ideología7 y se había percatado de las oportunidades laborales que le ofrecía el LinkedIn del yugo y las flechas.

Notas

1Cinco mil «paseados» (fusilados) y más de treinta mil prisioneros, repartidos en los once campos de concentración que se formaron en Galicia: Cedeira, Ferrol, Betanzos, Lavacolla, Muros, A Pobra do Caramiñal, Rianxo, Iria Flavia, Oia, San Clodio y Camposancos. Súmale a estas cifras el reclutamiento forzoso que efectuaron ambos bandos —sin importar la ideología de los «voluntarios»— para formar unidades que combatiesen en el frente.
2Quizás descartase el exilio por su apego a Galicia, la imposibilidad de obtener un pasaje o por miedo a que lo arrestase la policía (la portuguesa durante la travesía, la secreta española en Argentina).
3Según parece, por sugerencia del obispo de Mondoñedo. Al igual que la conversión salvaba a los judíos y musulmanes de la Inquisición, la Falange protegía a quienes colaborasen o se incorporasen a sus filas. Ciertamente, ambas partes se beneficiaban con este acuerdo, ya que unos expurgaban su pasado y los otros incrementaban su presencia política, frisando a nula antes de la guerra.
4Dirigido por Jesús Suevos Fernández, uno de los fundadores de la Falange en Galicia. Posteriormente, Suevos sería presidente del Atlético de Madrid (1955) y el primer director de Televisión Española (1956-57).
5Su producción poética más destacable en este periodo consiste en loas al Caudillo y Jose Antonio que reciben el aplauso de los franquistas.
6Previamente, había trabajado en San Sebastián (La voz de España).
7Cunqueiro pertenecía a los nacionalistas conservadores del Partido Galeguista. En breve, de esta formación política saldrían el PSOE de Galicia, el PP de Galicia y el BNG.

Un pícaro en la corte de Paco

Mucho he hablado, mas poco libro he mencionado. Bueno, esto va a cambiar. Solo que, no ahora, pues la estancia de Cunqueiro en la capital carece de interés literario, más allá de la publicación de cuatro obras. Sin éxito.

Otra cosa bien distinta es su vida. No en balde, del mismo modo que los jóvenes que vienen a la tierra de los fodechinchos para estudiar, Cunqueiro se transformó en un ganforro que intentaba emular las hazañas de Villon, uno de sus ídolos. Pero mejor conectado.

Gracias a estas amistades —y a su fabulosa oratoria—, viajaría frecuentemente en coche oficial —con chófer, claro— a Mondoñedo para visitar a su mujer,1 aparte de salir airoso de cuantas barrabasadas2 cometió durante su periplo madrileño. Hasta que la lio parda.

El caso es que no se sabe muy bien qué sucedió ni cuántas barrabasadas cometió antes de que lo expulsasen de la Falange (1943), el gobierno le retirara el carné de periodista (1944) y acabase en la cárcel (1947), quizá por mor de un negocio de estraperlo de aceite que tenía en Galicia con el obispo de Samos y la amante de este.3

A decir verdad, solo te puedo decir que abusó todo lo que pudo de sus conocidos4 y que seguía siendo tan coqueto, incorregible y enamoradizo como cuando era niño. Del resto; bueno, Cunqueiro lo tapó con cauteloso silencio; prudencia habitual entre quienes vivieron la posguerra.

Notas

1Ah, sí; se casó en Mondoñedo (1940) con Elvira González-Seco Seoane.
2Por ejemplo, el embajador francés le pagó un pastón para que redactase unos artículos sobre el Camino de Santiago que nunca entregó. De hecho, tampoco los escribió.
3Dicen que se trata de la protagonista de Rogelia en Finisterre (ver siguiente apartado).
4Cuando cayó en desgracia, se vio obligado a empeñar las joyas de su esposa y a pedir que le mandasen comida desde Galicia.

Las cuatro obras sin éxito

A despecho de la nula repercusión que obtuvieron sus obras madrileñas, merece la pena gastar unos segundos comentándolas.

En esencia, se trata de escritos bisagra entre la etapa compostelana de poeta vanguardista y la de narrador todoterreno por la que alcanzó la fama. Con todo, bocetan la concepción literaria que se fraguaba dentro de su mente.

La primera, Rogelia en Finisterre (1941); una pieza de teatro algo extraña para lo que viene a ser el estilo de Cunqueiro. Me explico: la dramaturgia del gallego1 anticipa el posmo y el absurdo de Ionescu, pero aquí parece que imita a Lorca.

Después, El caballero, la Muerte y el Diablo y otras dos o tres historias (1945), publicada en la revista Fantasía.2 Consiste en un relato sobrenatural basado en el cuadro homónimo de Durero donde se perciben atisbos de la temática medieval (Merlín y familia, Crónicas del sochantre) y estructura narrativa imbricada que caracterizarán sus novelas.

Por último, y también en 1945, aparecen la traducción de Balada de las damas del tiempo pasado, de Villon, y la hagiografía de San Gonzalo, obispo de Mondoñedo «allá por el año mil», cuya vida se inventó. En resumen; Cunqueiro dactilografiaba drama, prosa, lírica y ensayo. De momento, por separado.

Notas

1El teatro de Cunqueiro se divide en:

— Obras terminadas: O incerto señor Don Hamlet, Príncipe de Dinamarca (1958) y Palabras de víspera (1971).
— No terminadas: Juan, el buen conspirador.
— Incluidas dentro de novelas: Función de Romeo e Xulieta, famosos namorados (1956), que aparece en Las crónicas del sochantre, La noche va como un río (1961), que sale en Un hombre que se parecía a Orestes y la espectacular Escena segunda y vigesimoquinta de la pieza de teatro chino llamada la dama que engañada por un diablo elegante quiso comprarle al viento la perdiz que hablaba o la verdadera historia de un mandarín que por no gastar quedó cornudo, que podrás leer en Cuando el viejo Sinbad vuelva a las islas. En efecto; Cunqueiro escribía «Sinbad» con ene.
2Así lo confirma Elena Quiroga, gran amiga de Cunqueiro y gran amor frustrado del autor.

Si o vello Cunqueiro volvese a Galiza

Hallábase Cunqueiro en el parque del Retiro, acuclillado, por supuesto, pues el césped estaba húmedo, con ese rocío argénteo que impregna la cova do Rei Cintolo1 llegada la primavera, de manera que no se podía sentar, contándole a los patos las vénetas aventuras de Quevedo cuando el del rojo lagarto en el pecho prestaba servicios de agente secreto (Queved007) para el duque de Osuna.

Bien es sabido que estos ánades, a diferencia del cisne, que muere cantando a Garcilaso, aprecian la narrativa conceptista, como descubrió el abate Froilán y confirmó recientemente el matemático polaco Jeronski en el diario Rzeczpospolita (página 6). También saben hablar gallego, ya que Garuda realizó el Camino de Santiago en tiempos suevos y, desde entonces, todo pájaro en España es bilingüe.

Decía que los patos le escuchaban picoabiertos y ojipáticos cuando, subiendo por la entrada de la puerta de Alcalá, quizá proveniente del Café Lion, apareció Pedro Pardo de Cela.2

Los dos paisanos se estrecharon las manos, seguido de un fraternal abrazo y un consejo por parte del recién llegado: «Mejor harías en oír a tu audiencia». Los patos asintieron. La fauna parquiacuática anadeaba preocupada por el poeta, luengo tiempo ha lejos de su verde tierra, y en más de una ocasión le habían dicho, alguno con osada insistencia, que retornase a la patria celta.

«¿Sabéis que?», les dijo. «Que nunca Dios oyó mentir a un pato». Así, marchose en olor de multitud palmípeda, rumbo a Galicia.

Notas

1Cunqueiro acompañó a unos espeleólogos que fueron a investigar esta sensacional cueva mindoniense. Una vez allí, les preguntó si conocían su leyenda. «No», respondieron. Así pues, se la contó, lo cual no tendría nada de particular de no ser porque tal leyenda no existía y Cunqueiro se la inventó sobre la marcha. A fecha de hoy, en más de un documento se menciona esa historia «que procede de tiempos medievales».
2Señor feudal gallego decapitado en Mondoñedo por orden de los Reyes Católicos.

El rexurdimento de Cunqueiro: un hombre que se parecía a nadie

Esto que acabas de leer, aparte de que me lo he inventado a la Cunqueir, te servirá como abreboca para la explosión literaria que le esperaba en Mondoñedo al hombre que se parecía a nadie. Con todo, su ingenio necesitaba un detonante.

«Levántate y anda, como en Irlanda».

Lema de los nacionalistas gallegos a principios del XX.

Súbitamente, reaparece Francisco Fernández del Riego1 (ver imagen de la cuadrilla cunqueiriana de Santiago), quien le ofrecerá trabajo en prensa,2 amén de untarle los dedos de pólvora celta para que escriba un libro.

Verdades cuentas al decir que semejante proyecto no se encontraba exento de ciertos riesgos. Por un lado, se trataba de una apuesta temeraria, ya que el poeta jamás había abordado la novela. Por el otro, Cunqueiro, cuya proverbial pereza3 obligó a que Fernández del Riego presionase a su pana galeguista durante los cinco años que tardó en presentar el manuscrito. Es más, según los rumores, lo ató a la silla para que terminase la novela.

Ahora bien, el sufrimiento mereció la pena.

Notas

1Compañero de estudios de Cunqueiro en Lugo y en Santiago. Los dos militaron en el Partido Galeguista, aunque con ideologías opuestas. Fundó la editorial Galaxia (1950), junto con Ramón Piñeiro y Xaime Isla Couto, además de la Fundación Penzol (1963). Miembro de la Real Academia Gallega (1960, presidente desde 1997 hasta 2001).
2Privado del carné de periodista, Cunqueiro sobrevivía mediante colaboraciones —la mayoría, no remuneradas— en diversos diarios y revistas. La oferta de Fernández del Riego significó un salvavidas para un autor condenado al ostracismo.
3Así justificó Cunqueiro su demora en una carta: «Tuve muchas cosas que hacer: rematar una traducción, dormir, hablar y soñar». Supongo que del Riego, tras leer esto, bajó a la tienda para comprar una cuerda.

Una rápida consideración fundamental sobre Cunqueiro: un hombre que se parecía a nadie

Alguien habrá que eche en falta «Inicia el realismo mágico» en la imagen previa. Témome que ese honor corresponde a otros. En cualquier caso, cierto es que Cunqueiro se adelanta a los Cien años de García Márquez, quien, curiosamente, era descendiente de gallegos por parte de abuela.

Oi, oa, cada día Cunqueiro más

Aclarado el concepto —porque «el concepto es el concepto» (del filme Airbag)—, prosigo con un cabe decir que Merlín rompió el maleficio y despertó el monstruo creativo de Cunqueiro.1

De esta suerte, el hombre que se había estado tocando las pelotillas literarias desde la Segunda República llevó al papel el sinfín de historias que había imaginado —para alegría de Fernández del Riego— y, en ocasiones, bocetado en Madrid.

Claro; no todas las terminó; muchas se quedaron incompletas. Empero, eso es lo de menos. Igual de proverbial era su tiricia como su memoria e imaginación, y concebía su trabajo de forma similar al Gesamtkunstwerk wagneriano.

Dicho de otro modo, alrededor de cada novela existe una cohorte de poemas, un cuerpo especial dramático y una brigada de artículos que amplían y conectan sus relatos. El resultado, aun sin concluirlo, creó un universo insólito e idiosincrásico, peculiar y portentoso, capaz de maravillar al magdalenense2 de los realistas mágicos:

«Cunqueiro se merece más el Premio Nobel que yo mismo».

Gabriel García Márquez

Pues eso opinaba Gabo sobre el vago de Mondoñedo. Y, tras este previo, veamos los libros del meigo.

Notas

1Premura de Fernández del Riego al margen —había fundado la editorial y le urgía publicar a un autor de renombre—, Cunqueiro y Elvira se separaron por estas fechas, por lo que el autor se refugió en la escritura; lo único a quien mostró fidelidad en su vida. Bueno, y a Galicia, claro.
2Gabriel García Márquez nació en Aracataca; municipio del departamento de Magdalena, Colombia.

La obra de Cunqueiro: un hombre que se parecía a nadie

Generalmente, los reseñadores de novelas construyen sus críticas a través del argumento, el estilo literario y la temática de la obra. Solo que, con Cunqueiro… En fin, resulta más sencillo leerlo que explicarlo, aun cuando su lectura sea cualquier cosa menos fácil de seguir.

Esto se debe a su don para pensar fuera del tiesto (o de la caja, como dicen los ingleses), unido a su visión holística y tendencia a enmarañar historias.1 Por consiguiente, el argumento es irrelevante y el estilo literario cabalga sobre un híbrido perisodáctilo de «literatura fantástica» con «realismo mágico».2

En cambio, la temática no varía. Cunqueiro idealiza el pasadomorriña romántica— para exponer su desengaño y desencanto. ¿De qué? De todo: hacerse adulto,3 la desaparición de la esencia celta en Galicia, los sueños políticos frustrados en Madrid, la decepción con el franquismo, la ruptura de su matrimonio, los amoríos frustrados, la transformación de España en la posguerra, la dictadura literaria de la corriente realista hispánica…

Normal, pues, que este parrandero fabulista, con mentalidad vanguardista y la mente en el pasado, cuya su pluma no discriminaba lo real de lo falso, y quien le corregía el latín a Valle-Inclán y Fraga,4 se molestara cada vez que alguien clasificaba su obra en el género de comedia. Nadie entendió la dualidad emocional simultánea de un hombre que se parecía a nadie. Así que, le llamaron «un misterio con gafas».

Notas

1Comentario extensible a sus artículos periodísticos y libros de no ficción.
2Lo llamaré «trova en prosa lírica barroca, generosa de adjetivos, con estructura imbricada e influencia clásica y mitológica, caracterizada por una narración onírica que presenta elementos anacrónicos, cómicos y pinceladas de erudición ocasionalmente inventada».
3Murió siendo un niño de 70 años.
4Pese a disponer de un conocimiento básico de esta lengua; detalle que ignoraban los corregidos.Valle-Inclán era un pariente lejano suyo, aunque Cunqueiro siempre se refería al autor de Luces de Bohemia como su tío.

Mamamamamamá Cunqueiro, mamá Cunqueiro, mamááááá Cunqueiro mamá…

Si las novelas de Cunqueiro suenan demasiado bizarras (o bizantinas) a tus oídos, te recomiendo entonces que regales a tus ojos alguno de sus entretenidísimos libros de no ficción (Escuela de curanderos y fábula de varia gente, La cocina cristiana de Occidente, Viaje a Lugo…) o una compilación de sus artículos.

Técnicamente, aquí aborda los temas con la perspectiva de una columna de opinión o una crónica histórica, y a fe que hay más verdad que meigalladas —o cunqueiradas— en lo que cuenta su prosa poética mentireira.1 Empero…

Lo evidenciaré ejemplo mediante. Durante el aperturismo del régimen, el Camino de Santiago sirvió de reclamo hispano, por lo que el Ministerio de Información y Turismo (dirigido por Fraga entonces) escogió a Cunqueiro, quien conocía las rutas mejor que el apóstol, para que promocionase el Año Santo Jacobeo de 1965.

El resultado deparó un libro de viaje cuyo contenido destaca por una rigurosidad, lirismo y cultura despampanantes. Tanto, que lo puedes utilizar de guía si te pica el gusanillo del peregrino, por mucho que lo redactase tirando de memoria2 mientras imaginaba qué sucedería si mezclaba el Códice Calixteo con La Divina Comedia de Dante.

Notas

1Por esta razón, se le considera el creador del «periodismo mágico».
2Esto incluye su experiencia jacobea, leyendas (populares e inventadas) y todo aquello que escuchaba por boca de la gente local en cada etapa, de forma literal o «cunqueirizada».

Consideraciones finales sobre Cunqueiro: un hombre que se parecía a nadie

Yo, el hijo de un vampiro y de una orcapía, tataradeudo de la Gorgona y el sisimite, además de quien te escribe, tengo algo que añadir antes de despedirme.

Quizá, desde hace un rato, te estés preguntando un par de cosas. Una, por qué la Falange protegió a Cunqueiro en lugar de arrestarlo. La otra, a santo de qué tanta trola en sus libros.

La primera es fácil de responder: el cuerpo ilustrado del régimen lo formaban intelectuales de segunda división y necesitaban mentes que subieran el nivel cultural. Así que, a cambio del perdón político, muchos aceptaron servir de herramienta para el Estado —Cela fue censor y, según bastantes voces, Josep Pla ejerció de otacusta del gobierno—.

Cunqueiro, en cambio, se sirvió de las herramientas del Estado —con quien solo compartía la pasión por la leyenda histórica, el cristianismo y el antimarxismo de su ideología— en beneficio propio. Pero no las supo manejar.

Aun así, quedó señalado, como le recordaron (a él y a Cela) un grupo de radicales durante su investidura como doctor honoris causa en la Universidad de Santiago (28 de enero, 1980) mediante abucheos, insultos y la suelta de tres gallinas; aves cuyo simbolismo no requiere explicación.

Respecto a la segunda…

Veamos; la trola va ligada al poder del mito: historias que perduran en el tiempo, memoria inmanente del ser humano, fe en un pasado que desarrolla una identidad comunitaria y que transmite esperanza en formato leyenda, religión1 o idealización romántica.

Aproximadamente a mediados de siglo XX se populariza el existencialismo.2 Esto es, la búsqueda de la esencia individual humana, pesimismo vital y tendencia al ateísmo.

Súmale al auge de esta corriente filosófica el realismo literario, la rápida industrialización de la centuria3 y el tenso ambiente internacional (Guerra Fría);4 una situación que contrasta con la visión colectiva del Rexurdimento, la dicha onírica del surrealismo y la bonhomía del campo gallego; tres pilares fundamentales que se desvanecían junto al humo de su matrimonio, los sueños madrileños y el resto de cosas que ya he mencionado previamente.

Sin embargo, gracias a la tradición oral, los mitos no desaparecen, por muy fantasiosos o falsos que sean. Perviven suspendidos en la atemporalidad (anacronía). Y Cunqueiro se aferró a esta idea para preservar la memoria histórica de Galicia y la idiosincrasia del gallego.

En caso de que no entiendas la lógica, dime qué nombre recuerdas con mayor claridad: ¿el del niño arquero que te clava una flecha y te enamoras? ¿El del soldado griego al que ataron a un mástil para que oyese el canto de las sirenas? ¿O el del asteroide que casi impacta con nuestro planeta el 26 de enero de 2015?

Notas

1Cunqueiro se definía como «católico, apostólico, romano y compostelano».
2No te extrañes de que considerase a Sartre un imbécil mayestático.
3«[Los pollos] Nacidos de incubadora, no conocen el placer de dormir bajo las alas de la clueca. Engordan no con el lento ritmo natural —el ritmo que podemos llamar virgiliano—, sino a etapas forzadas, y en un ambiente restringido, iluminados con luz artificial» («El pollo racional», La cocina cristiana de Occidente).
4Italo Calvino, el Cunqueiro transalpino, también recurrió a la fantasía para criticar los mismos elementos de este período.