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Prepárate para sacar al ser conspiranoico que habita en tu interior con la penúltima entrega de «Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV».

En efecto: queda una más y este artículo trata sobre la masonería. Bueno, y el resto de sociedades religiosas secretas que afloraron durante la época, además de su relación con el Romanticismo… Entre otras cosas.

También entenderás mi retraso en la publicación. Te aseguro que no se llaman agrupaciones ocultas por hacerse las interesantes. Así que, aunque solo sea para premiar la investigación que he realizado, pinta de rojo sangre ritual el corazón que palpita solitario bajo la sombra del titular y comparte «Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV» en tus redes sociales.

Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV

Cuando las estrellas y los planetas indicaban que la década de 1840 supondría la desaparición del 3.0., su espíritu resurgió en la de los 50 —de ahí, Posromanticismo— gracias a un payaso acróbata y a un pájaro desgarbado.

Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Tabla I
Mapa orientativo de la relevancia literaria entre las corrientes románticas.

Por supuesto, me refiero a dos poemas* de los «hijos» de Gaudier: Théodore de Banville y Charles Baudelaire, quienes introdujeron, respectivamente, el parnasianismo y el simbolismo en la poesía, origen de los poetas malditos. Y, ya que estoy en plan esquemático, te lo explicaré con otro dibujito:

Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Tabla II
Recorrido simplificado del 3.0.

Pese a que la imagen separe a simbolistas de parnasianos, aquel que no tenía de congo, tenía de carabalí, pues ambos estilos comparten dimensión lírica. Al menos, hasta que Arthur Rimbaud renegó del parnasianismo.

Lo mismo que Paul Verlaine. Solo que, el príncipe de los poetas tardó un poquito más en imitarle, dado que cumplía condena en la cárcel. Ahora bien; en cuanto salió, rompió el vínculo y fundó el decadentismo, punto final del Romanticismo y de «Los malditos franceses y su decadencia».

Lo cual requiere un viaje por el tiempo para comprender cómo un movimiento que había recuperado a Dios terminó adorando al diablo.

Tom Verlaine — Souvenir from a dream (1979).
Thomas Miller, líder de la mítica banda Television, empleó el apellido del poeta maldito y decadente para crear su nombre artístico.

*«El salto de trampolín», Odas funambulescas (de Banville, 1857) y «El albatros», Las flores del mal (Baudelaire, 1857). Los poemas describen la visión de grandeza maldita propia del poeta.

Mulder; te llaman

Antes de que hablase con Hugo en Jersey, Jesucristo le había revelado la parusía a un científico sueco, de nombre Emanuel Swedenborg, a mediados del siglo XVIII.

Intuyo lo que estás pensando, pero echa un vistazo a su currículum: diseñó un avión, un submarino, un arma automática y una máquina para transportar barcos por tierra, escribió un estudio sobre la construcción de altos hornos y fundido de hierro, otro sobre las áreas del cerebro responsables del habla y del movimiento corporal, otro sobre la circulación de la sangre, dominaba no sé cuántos idiomas, escribía poesía en latín…

O sea, un superhombre ilustrado, de los de «todo lo sé y todo lo hago», cuyos sueños, de pronto y en Londres, se volvieron profecías mesiánicas. Lógicamente, abandonó la ciencia para ofrecer su cuerpo y alma a la redacción de una extensa obra teológica, donde destacaré un elemento en particular:

«Cuando los ángeles y espíritus hablan con nosotros».

Del Cielo y del Infierno, Swedenborg.

Este libro se publicó en 1758, pasada una década del poema de Young y un año el nacimiento de William Blake.
El Cristo de Ikea se convertiría en uno
de los mayores influyentes
desde el XVIII hasta principios del XX (Borges).
Es más; su pensamiento y visión religiosa siguen vigentes en el XXI.

¿Por qué había tantos místicos en el XVIII?

Excelente pregunta. Aunque, transfórmala en excelsa, y añade «en Inglaterra», pues te proporcionará una pista acerca de la respuesta.

Veamos; donde la religión cura los problemas del alma, la medicina subsana los del cuerpo. Y, desde el siglo XVII, el café, el té, la cinchona, el cannabis y el opio se consideraban fármacos en la armiñada Albión; irresistible tentación para gente con gran curiosidad científica, siempre predispuesta a realizar todo tipo de experimentos. Algunos, grimosos cuanto menos; como cuando Newton se metió una aguja en la cuenca ocular para estudiar el comportamiento de la luz.

«Tomé una aguja y la puse tan cerca de la parte posterior de mi ojo como pude y, presionando mi ojo […] aparecieron varios círculos blancos oscuros y coloreados».

Manuscritos, Newton.

«Aquel que desea, pero no obra, destila pestilencia».

El matrimonio del Cielo y del Infierno, William Blake.

Quizá el éxtasis lisérgico justifique las visiones. Empero, no el universo místico que Young describe en Night Thoughts. Por eso, ahora comprobarás que la mención al padre de la gravedad no ha caído del cielo.

El dios ilustrado

Después de que Milton publicase El paraíso perdido, Newton desarrolló la teoría del espacio-tiempo, y Locke, la del empirismo. La primera explica el motivo de que un pedido por Amazon requiera una fecha y hora de entrega. La segunda demuestra que el repartidor nunca llega a esa hora o día.

Enardecidos por sus hallazgos, los emplearon para confirmar científicamente la existencia de Dios. A fin de simplificar el razonamiento de cada uno, el espacio equivale al infinito (un mundo en un grano), el tiempo a la eternidad (la eternidad en una hora), y la observación empírica a la contemplación de la idea sublime. Esto es: el Altísimo reconvertido en conocimiento intrínseco.

Sospecho que no lo tienes claro todavía. Fuere yo un coach motivacional, te diría esto: «Cuando lo entiendes, lo ves. Y, cuando lo ves, lo entiendes. Entonces, trasciendes». Venturosamente, profeso un oficio distinto. Así que, aquí viene mi explicación.

Explicación de andar por casa

A ver, ¿qué haces cuando no encuentras las llaves?

Primero, te palpas empíricamente los bolsillos (miras en tu interior). No están; solo percibes su esencia espaciotemporal. Te preocupas.

Luego, miras empíricamente a tu alrededor (contemplas la naturaleza). No están; solo percibes su esencia espaciotemporal. Te preocupas aún más.

Después, las buscas en tu mente (trasciendes a la idea espaciotemporal), repasando tus movimientos. De esta suerte, las localizas en esencia.

Sin un segundo que perder, te diriges hacia ellas (asciendes a lo sublime). Nada más verlas, recuperas el equilibrio emocional (sientes la paz de la gloria divina) y las recoges (te unes a Dios).

¡Ahora, sí! ¡Gracias!

De nada. Pero, quédate bien con esta epistemología. A finales del XVIII y durante el XIX, a la persona se aplicaría. En consecuencia, la identidad, una lógica religiosa* adquiriría:

  • El mártir romántico y la evasión de los integrantes del movimiento en la imaginación, la naturaleza y la idealización (plano místico) para desligarse del absolutismo (plano terrenal).
  • La doble definición de poeta del cenáculo, que Baudelaire simbolizaría con «El albatros» y de Banville, ejem, parnasiaría en «El salto de trampolín».
  • La figura sublime del dandi.
  • El Club del Hachís y los autores malditos, quienes provocaban la contemplación trascendental mediante elementos artificiales (alcohol, drogas) a fin de liberar al ser místico (poeta simbolista y parnasiano) del materialismo utilitario inherente a su persona terrenal.
  • La percepción demoníaca de los deseos libertinos: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (Stevenson, 1886).
Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Mallarmé
Fuente: DP.
Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Rimbaud
Foto con 17 años, uno más que cuando escribió la carta de la cita.
Fuente: Étienne Carjat (?) (1828-1906), Public domain, via Wikimedia Commons.

«Yo soy ese hombre».

«El campanero», Mallarmé.

«Yo es otra persona».

Carta de Rimbaud a Paul Demeny, 15 de mayo, 1871.

«Hay que estar siempre ebrio. [….] De vino, de poesía, de virtud, como queráis. Pero embriagaos».

Los paraísos artificiales, Baudelaire.

*Al eliminar el componente místico (religioso), se creó una ciencia (psicología) y una filosofía (existencialismo).

La venganza de Giordano Bruno

Disculpa por el siguiente rollo «aniceto» —saludos, Enrique—, pero necesito asegurarme de que la visión ilustrada del plano terrenal y divino permee en tu cerebro. Aunque, supongo que te intrigará a qué tanto desvelo.

«¡Pues, claro!».

El tío Goriot, Balzac.

Verás; cuando la Ilustración destransfiguró a Dios en idea, le arrebató la corona en la Tierra, que pasó a la cabeza del rey, quien ya no respondía ante nadie y, en consecuencia, gobernaba como monarca absoluto de la nación.

Asimismo, la Iglesia, que había impuesto su autoridad sobre el conocimiento a través del argumento de que «Dios es el Señor de las ciencias»…

«¡Ay, maldito seas! ¡Eso es de san Agustín!».

Ulises, James Joyce.

Exacto; de La ciudad de Dios. Por tanto, para una institución que llevaba siglos excomulgando o quemando a quienes contradecían la Biblia o a Aristóteles, la revolución científica supuso un palo más contundente que su pérdida de influencia en el gobierno. ¡Imagínate! Había dejado obsoleto al cristianismo.*

Peor aún; la Razón había demostrado la existencia de dios, no de Dios. O sea, la noción esencial de un ser superior que comprimía a todos bajo un nuevo credo universal: el deísmo. En definitiva, un rival que le competía el plano celestial. Bueno, salvo donde la revolución científica había pasado de largo y no se habían producido cismas religiosos, como España.

Empero, en Inglaterra, patria de la casi totalidad de avances —racionalización divina incluida—, amén de que el cristianismo parecía un árbol por mor de las ramificaciones eclesiásticas, surgió una ola de sublimidad que puso lo místico de moda. Procede matizar que esto significa que la población sintió interés por la experiencia trascendental, no que se iluminase de pronto y a la vez.

En cualquier caso, la hipótesis deísta requería algo más que una visión razonada a fin de ascender a teoría. Y una dimensión invisible limita considerablemente al empirismo. O a las matemáticas.

*De ahí, la reforma que propuso Chateaubriand.

La visión mística

Si yo, quien te escribe, te dijera que 10 + 15 + 21 + 26 = 72, poco tardaría en confirmar la veracidad de mi cálculo. Empero, tampoco a Rav Shimón bar Yojái le costaría demostrarte que, mediante esta fórmula, Moisés separó las aguas del mar Rojo, como indicó en el Zóhar.

Así pues, proclamo que los números resultan de gran utilidad a la hora de entender la naturaleza del plano terrestre. En cambio, en el divino, son cábalas, ya que aquí la Verdad se manifiesta con palabras. Y, en el deísmo, las pronunciaba la razón, no una revelación sagrada.

«Así deberían hablar todos; así la Razón habla en todos».

Night Thoughts, Edward Young.

La falta de un profeta le sirvió de clavo a la Iglesia. Además, la fe universal analizaba la experiencia a través de una lógica empírica; ideal para convencer a un científico, horrible para captar fieles que llevaban siglos acostumbrados al principio de autoridad escolástico. Y al lenguaje religioso.

Tal problema lo solucionaron los poetas místicos, quienes transmutaron la contemplación en visiones fértiles de simbolismo lírico, normalmente en verso blanco (sin rima), que sugerían y evocaban mucho mejor la emoción de lo sublime.

«A los corazones humanos, sus arpas de oro se ensartan; la orquesta del cielo canta amén al hombre».

Night Thoughts, Edward Young.

Por lo demás, el cristianismo y la cosmogonía miltoniana dominaban en estas obras. Hasta que, a finales del XVIII, el Romanticismo orientalizó la poesía. Sirvan de ejemplo Himno a Surya, de William Jones (hinduismo); Thabala, de Robert Southey (islam), o los versos inducidos por un sueño —de opio— que Samuel Taylor Coleridge tituló Kubla Khan (budismo* tántrico).

*A mediados del XVIII, los británicos descubrieron unos textos en la India con los que «crearon» la religión budista. Empero, esta doctrina apenas causó un leve impacto en el Romanticismo, pese a las evidentes similitudes que presentaba. Tantas, que Daisetsu Teitaro Suzuki —el promotor del budismo zen en Occidente— tradujo Del Cielo y del Infierno e introdujo el suedenborguismo en Japón (1910).

Ritos y profetas

Obvio resulta que el simbolismo y el parnasianismo prohijaron esta estética emotiva, metafórica, imaginativa, caliginosa, sensitiva y primorosa para situar la poesía del liróforo ataviado de dandi por encima de la novela realista, típica de la persona materialista utilitaria.

La cuestión es que, un siglo antes de Gautier, Baudelaire y compañía, alguien más había imitado la forma del mensaje místico.* En esta ocasión, la definiré con un solo adjetivo: misteriosa. Aunque el departamento de márquetin dieciochesco prefiere hermética.

Irving Berlin – Call me up some rainy Sunday afternoon (1910)
Cómica metáfora con la masonería para decirle a un amante que oculte una relación.
«Mum’s the word when we meet. Be a Mason, don’t repeat»
(‘Guarda silencio cuando nos veamos. Sé un masón, no repitas’)

Por supuesto, me refiero a «los clubes sociales ritualistas» (Selwyn Stevens) que aparecieron en Inglaterra a principios del XVIII. Es decir, la masonería; versión ilustrada de la Iglesia (plano divino) y el Estado (plano terrestre) unidos bajo una institución deísta secreta, científica e intelectual con mentalidad política criptocrática.

«Debo crear un sistema o ser esclavizado por el de otro hombre».

Jerusalén, William Blake.

Irónicamente, su planteamiento universal derivaría en un espectacular número de escisiones; muchas más de las que ramificaron al cristianismo. Sobre todo, a raíz de que una revelación sagrada, no la razón, hubiera mostrado a Swedenborg que, entre las dos dimensiones, existía un canal de comunicación.

*Del griego mystikós. Refiere a cultos religiosos solo para iniciados (los misterios). Su raíz protoindoeuropea es *mū, que significa ‘sonido emitido con los labios cerrados’. De ahí, «no decir ni mu».

El espíritu te ama

Veamos; si la observación del plano terrenal nos abre los ojos al divino, todo aquello que contemplamos posee una reminiscencia celestial. Y, según ha constatado Cristo con Swedenborg, esta dispone de una vía de conexión. Lógicamente, tal testimonio nos indica que podemos extraer la energía espiritual de un elemento mediante una fuerza meditativa.

Te convenza o no, esto dedujo en 1774 Franz Mesmer, precursor del reiki y creador de una técnica inspirada en los estudios alquímicos de Paracelso, por la que unos objetos determinados equilibraban el magnetismo animal —fluido invisible que recorre el cuerpo— de una persona en estado de trance onírico.*

Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Magische Säule (‘Columna mágica’), Peter Lenk.
Meersburg, Alemania.
Fuente: By photo Andreas Praefcke – Self photographed, CC BY 3.0.

«Ha hecho una demostración de hipnotismo».

Trilby, George du Maurier.

Dentro de la jaula se encuentran los científicos Maximilian Hell, Anton von Störck y Jan Ingenhousz. Encima de ellos, Franz Anton Mesmer sostiene un imán.

Bueno, no exactamente. En realidad, practicaba magnetismo o mesmerismo, ya que el término hipnosis lo acuñaría el médico escocés James Braid en 1843, quien además estableció su procedimiento sin fluidos invisibles.

«Voy a ordenar a esa señorita que caiga en el sueño magnético».

Memorias de un médico (Joseph Balsamo), Alexandre Dumas (con Maquet).

Mucho mejor, sin duda. Empero, a medida que caían las hojas del calendario, los mesmeristas se dividieron entre los que aplicaban el enfoque terapéutico y el espiritualista. Del segundo saldría el espiritismo del francés Allan Kardec** (El libro de los espíritus, 1857), donde el magnetismo de una mesa y un médium interdimensional suedenborguiano te ponían en contacto con los muertos.

Cabe decir que, tres años antes, Meucci había inventado el teléfono para hacer lo mismo, pero con los vivos.

Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Sello brasileño con la imagen de Kardec (1964).
Fuente: Par Etat brésilien — Timbre brésilien, Domaine public.

«Las comunicaciones ostensibles se verifican […] la mayor parte de las veces por mediación de los médiums que sirven de instrumento a los espíritus».

El libro de los espíritus, Allan Kardec.
En Brasil, su doctrina se ha convertido en una religión: el kardecismo. Cuenta con cerca de cuatro millones de fieles.

*Un estado parecido al «kavana» del esoterismo hebreo (Cábala). Este sistema curativo lo habían empleado antes el chamanismo de Asia Central, los templos del sueño egipcios y los iatromantes griegos. Luego, originaría el psicoanálisis a finales del XIX y el yoga nidra a mediados del XX.
**Nombre real: Hippolyte Léon Denizard Rivail. Lo cambió por el de un druida francés que se había reencarnado en él.

Dan Brown Abbey: logias místicas y oscurantismo

¡Cáspita! ¿Te has dado cuenta de que El libro de los espíritus, de Kardec, y Las flores del mal, de Baudelaire, se publicaron el mismo año (1857)? Je, je; ya he incitado pensamientos abracadabrantes a tu cerebro. Desmáyalos; simplemente indica que, durante la década de 1850, Napoleón III imperaba sobre la faz de una nación donde la industrialización crecía al mismo ritmo que la superstición.

Sirva de previo situacional esta tabla, donde descubrirás aquello que no cuentan los libros de historia:

Tabla III
Muestra simplificada del misticismo, ocultismo y sociedades secretas en Francia desde el XVIII hasta mediados del XIX.

«Por toda respuesta, Boullan se ha puesto en contacto con otro santón en olor de herejía; un tal Vintras».

El cementerio de Praga, Umberto Eco.

«Le pregunté por qué acusaba de satanismo y de magia negra a adversarios como Guaita y Péladan mientras […] ellos le acusaban de satanismo precisamente a él».

El cementerio de Praga, Umberto Eco.

A partir de Levi, el ocultismo —nombre dado a la ciencia relacionada con el plano divino y, en consecuencia, oculta a la epistemología del terrenal— disfrutaría de una época dorada. Preciosa, sí; pero densa.

Tabla IV
Esquema de referencia para las sociedades secretas y el ocultismo.
Líneas negras: relaciones. Rojas: escisiones y conflictos. Moradas: influencia en todos los grupos .

Como ves, hay gallegos por todas partes. Y demasiada meigada respecto a las sociedades… ¿secretas? Más bien, privadas. Al fin y al cabo, la masonería tomó de modelo la Royal Society de Londres* para disponer de una institución propia donde tratar asuntos científicos. Solo que, mientras una debatía las causas y efectos naturales, la otra investigaba los misterios sobrenaturales.

«No creía en ella [la religión] y, sin embargo, admitía lo sobrenatural».

Allá abajo, Joris-Karl Huysmans.

Bueno, esa era una de sus diferencias, ya que el propósito principal de la masonería, raison d’être desde que formaban un gremio, consistía en monopolizar el mercado. Lo cual, en una época de libre comercio, recomendaba guardar silencio.

*Fundada, entre otros, por masones.

La conspiración judeo-masónica

Hablando de economía, adivina qué provocó la revolución e independencia de Estados Unidos. Cierto es que aquí intervinieron muchos masones —varios de los padres fundadores,* por ejemplo—, pero no sus instituciones, que permanecieron neutrales.

Falco – Rock me Amadeus (versión Salieri Mix, 1985).
«In 1784, Wolfgang Amadeus Mozart becomes a Freemason» (‘En 1784, Mozart ingresa en la masonería’).
Debido a que la canción original estaba en alemán, en EE. UU. sacaron un remix con una voz de fondo que resume
la vida de Mozart en orden cronológico. Seré un masón y guardaré mi opinión en el silencio.
Curiosamente, Chateaubriand emplea la misma línea en sus Memorias de ultratumba con un escritor
que aparece en otra entrega de «Los malditos franceses y su decadencia»: «En 1776, [Chordelos de Laclos] ingresó en la masonería».
Laclos publicó Las amistades peligrosas en 1782. La masonería, en calidad de iglesia deísta, animaba a respetar la moralidad.

Años después, algo similar sucedió en Francia con la revolución de 1789, donde también un grupo de masones acabó gobernando el país: los Jacobinos. Y dirás, «Canastos; esto es demasiada casualidad».

Bueno; no tanta. Las logias representaban la alternativa deísta a la Iglesia y la elitista de la aristocracia, por lo que ofrecían la iniciación ritual a cualquier hombre —las mujeres estarían vetadas hasta finales del XIX— que secundase las ideas científicas ilustradas, creyese en el dios universal, contase con recursos económicos, poseyera (o quisiera mejorar su) influencia social y respetase una norma: no hablar de política durante las reuniones.**

Ahora, pregúntate dónde encontraban este perfil tan exclusivo. En efecto; en los salones (acceso privado) y en los clubes políticos (acceso privado), principalmente. De esta suerte, la masonería sirvió de punto de encuentro para intelectuales y una parte de la sociedad que gestaba la revolución por otro lado.

*La Constitución norteamericana y las de Anderson (guías fundacionales de la Gran Logia de Inglaterra) comparten bastantes principios.
**En el caso de la Royal Society, los debates sobre religión estaban vetados.

La expansión de la masonería

Esto lo sabía muy bien Napoleón,* quien se rodeó de miembros importantes de estas organizaciones a fin de asegurarse su fidelidad y, de paso, mantener a la Iglesia lejos del poder. En agradecimiento, le invitaron a unirse a la Orden. «Vaya, lo siento; no puedo. Estoy muy ocupado planeando un «viaje» con el ejército por Europa». Así que, cedió su puesto en las logias a sus espías, acaso alguien incitase lo que no debía.

Al mismo tiempo, prestó oídos a la reforma que Chateaubriand proponía en El genio del cristianismo y emancipó a los judíos. Es decir, se aseguró de que las facciones religiosas no se soliviantasen contra él ni peleasen entre ellas mediante una demostración más de su genial capacidad estratégica.

Empero, también les enseñó la fragilidad de su ecuanimidad ante las voces críticas o rebeldes, acalladas en prisión o invitadas a ejercer su libertad de expresión en el exilio.

«Tres poderes luchan contra Napoleón: Inglaterra, Rusia y madame de Staël».

Memorias, 1771-1815: Dos revoluciones en una vida, Madame de Chastenay.

Resumiendo; durante su mandato, la masonería gozó de un trato favorable. Luego, con la Restauración, lo perdió. Solo que, la buena disposición previa había facilitado la expansión de sus instituciones. Dicho esto, vayamos un segundo a Inglaterra.

*Horrible la película, por cierto.

El colonialismo

Uno de los pilares de la ilustración residía en el espíritu de sociabilidad, fraternidad y tolerancia religiosa. Llámame loco, pero algo influyeron en esta disposición buenrollista los más de cien años de guerras europeas debido a las discrepancias entre católicos y protestantes. El otro, la creencia en un gobierno constitucional, el universalismo y el dios razonado.

De esta manera, haciendo una alegoría a su antiguo gremio, la masonería quería construir a gente íntegra y darles un sentido de propósito, apoyo y guía en su viaje por la vida. Ojo; esto no lo digo yo, sino la Gran Logia de Inglaterra en su página web, donde también te informan por qué el Manchester City viste de azul.

Bueno, esta institución (la masona, no la deportiva) se fundó en 1717. Doce años después (1729),* un grupo de oficiales masones de la East Indian Company abrió la primera logia en Bharat: Lodge East India Arms No. 72 (Fort Williams, Calcuta). Desde aquí, se iniciaría una expansión territorial con el objetivo de establecer nuevas rutas comerciales.

Al poco tiempo, la Gran Logia de Irlanda comenzó a extender un «pasaporte» que permitía a sus miembros viajar, identificarse como masones y recibir asistencia de sus hermanos en los lugares de destino.

«Nosotros, los marineros, somos como los masones; nos reconocemos con ciertos signos».

El conde de Montecristo, Alexandre Dumas.

Claro, compara este servicio con el de puntos de Iberia. Sobre todo, si tu viaje en la vida incluía propósitos comerciales. Además, lo ofrecían otras logias: la East India Company sueca, la Logia Salomón neerlandesa (a través de su East India Company), la One Lodge Hope No. 334 escocesa, la Sincere Amite francesa, la Gran Logia Nacional danesa, etc.

Vamos, que ser masón equivalía a sacarte el carné de conducir: puede que no lo uses nunca, pero te resultará útil. Pregúntaselo a Cecil Rhodes, miembro de la Apollo University Lodge de Oxford, en tu próxima sesión de espiritismo.

*Simon Dechamps, From Britain to India: Freemasonry as a Connective Force of the Empire.

Un canal para la paz

De vuelta a Francia, con la ciencia repartida en diversas organizaciones terrestres y extraterrestres —lo siento, no me he podido reprimir—, y la sociedad en agrupaciones de todo tipo, un hombre se convertiría en institución allá por la década de 1820.

Se trata del conde de Saint-Simon (ver Tabla III), excombatiente en la independencia de Estados Unidos a quien poseyó el espíritu de la ingeniería,* de la paz, de la economía y del progreso. Y del amor, pues se divorció en cuanto se enteró de que madame de Staël había enviudado. Es más, le propuso matrimonio. Ella le dijo que no.

«Y, así, para siempre, fueron rechazados los placeres intelectuales».

Corina, Madame de Staël.

Bueno, otro chasco. Porque se llevó unos cuantos a lo largo de su vida. De hecho, el éxito (más o menos) sonrió a sus adeptos. Por lo tanto, le concederé el titulo de mártir romántico (se intentó suicidar; cumple los requisitos), que añadiré al de padre de la sociología.

*Propuso la construcción de un canal en Nicaragua entre el Atlántico y el Pacífico, y promovió el diseñado por Carlos Lemaur (canal de Guadarrama), que conectaba Madrid con el Atlántico.

Sansimonismo y socialismo utópico

Si mezclas la ciencia, los ideales ilustrados, la construcción de los masones, los clubes políticos y el misticismo, obtendrás el sansimonismo. Es decir, una agrupación de mentalidad liberal, con culto religioso y actitud ingeniera expansiva universal. Te juro que no encuentro otra forma más sencilla de describirlo.

Su aparición, al igual que la de otras asociaciones políticas de corte similar, responde a varios motivos:

  • Los mínimos programas destinados a la industrialización de Francia.
  • La exclusividad de las instituciones ilustradas, especialmente en la masonería.
  • El deseo burgués de poseer un estatus prócero (acuérdate de la compra de títulos nobiliarios) para sustituir a la aristocracia ociosa.
  • La aplicación parcial del lema de la Revolución por parte de los gobernantes anteriores a la Restauración.
  • El desencanto generalizado a causa del retorno al sistema del Antiguo Régimen.

Los dos últimos puntos motivarían la transformación de las teorías monetarias y financieras de Saint-Simon sobre los beneficios del progreso para la sociedad. Tampoco se me ocurre una definición mejor, lo reconozco. En cualquier caso, esto desarrollará una línea de oposición al gobierno enfocada hacia temas económicos (se crearán los primeros bancos), progresistas (la industria) y, especialmente, sociales (sufragio universal, feminismo, etc.).

Bajo el nuevo credo del socialismo utópico, que buscaba el bienestar universal y la expansión pacífica científico-económica-ideológica (lo siento, lo estoy intentando), se criticó a todo grupo o persona que rechazase el cristianismo (tolerancia religiosa) y la integración social (fraternidad, sociabilidad). Esto es, a quienes Napoleón había emancipado.

«La batalla contra los judíos debería ser el fin principal de todo socialista digno de este nombre».

El cementerio de Praga, Umberto Eco.

Así, surgió una ola de antisemitismo y, aunque no todos los grupos liberales secundarían las reformas o el pensamiento del socialismo utópico, esta corriente representaba el objetivo de renovación social que pretendía la clase del tercer punto.

En consecuencia, se produjo la unión entre la rama razonada ilustrada de Voltaire y su rival ideológica pero aliada contra el absolutismo; la emocional de Rousseau: el Romanticismo. ¿Dónde? En una sociedad privada con su propio mesías literario: el cenáculo de Hugo.

Visión universal, sociable y fraternal de todo lo que te he contado

Si consultas la tabla I… Cierto; está muy arriba. No te preocupes, que lo soluciono en un periquete.

Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV
Tabla I
Mapa orientativo de la relevancia literaria entre las corrientes románticas.

Apañado. Ahora, observa cómo la transición entre el 1.0. y el 2.0. se desarrolló en paralelo al sansimonismo. O el viraje del movimiento hacia el realismo tras la batalla de Hernani al tiempo que afloraban los grupos político-religiosos del industrialismo teocrático y del socialismo utópico.

Mira tú qué casualidad que, a principios de esta década, Balzac concibió la estructura de La comedia humana, donde los personajes ejercen de canal entre las obras del proyecto. O que, a finales, el folletín extendió la literatura a toda la población de manera universal.

Igualmente, merece la pena comentar la concepción sansimonista del Ser Supremo como una deidad andrógina o bisexual. ¿Verdad que tu mente nembra algo familiar? Pues, claro; el ente sublime del dandi. Pero, de un modo más concreto, George Sand, la inspiración* de esa representación. Aunque, la verdad, pese a que Sand compartía buena parte de sus ideales, se posicionó en contra de sus dirigentes y del libertinaje socialista (que no es lo mismo que la libertad sexual).

«Le di la mano a ciertas ideas y la espalda a ciertas personas».

Carta de Sand a su primo René Vallet de Villenueve, 20 de enero, 1846.

En 1842, Comte presentó su materialismo utilitario mientras Simon Ganneau (ver Tabla III) predicaba la sensualidad concupiscente del evadismo. Años después, un científico llamado Moureau y los románticos místicos del 3.0. fundaron el Club del Hachís, un grupo secreto (privado) donde se estudiaban los efectos simbólicos y parnasianos de una droga oriental.

Para concluir, el golpe de estado de Napoleón III —que frenaría las pretensiones republicanas (gobierno constitucional) de la revolución de 1848 y forzaría el exilio de Hugo— devolvería el protagonismo a la masonería. Solo que, previamente, el misticismo del 3.0. se había entenebrado con el oscurantismo de Levi, un discípulo de la secta de Ganneau que conocerás en el penúltimo artículo sobre los malditos franceses y su decadencia.

Por cierto, ¿te has fijado que la novela gótica y la de misterio aparecieron a la vez que los ritos de las sociedades ocultas y secretas?

*Sand causó un impacto mayúsculo en Inglaterra entre los radicales y las escritoras (George Eliot, Charlotte Brontë, Elisabeth Barrett Browning, Jane Carlyle…). Es más; en la isla asociaron el sansimonismo y el socialismo a las ideas que mostraba en sus novelas.

No te pierdas la siguiente entrega de «Los malditos franceses y su decadencia»

En efecto, porque «Los malditos franceses y su decadencia: parte final V» te mostrarán la relación entre el ocultismo y el Romanticismo.

Dicho esto, me despido; no sin antes revelarte el secreto de la iniciación en la Sociedad de las Letras Sagradas del Templo de Alejandría. En cuanto veas la luna en el cielo, pincha el corazón de Isis-Beckett que palpita solitario bajo la sombra del titular y comparte «Los malditos franceses y su decadencia: parte final IV» en tus redes sociales para universalizar el Mensaje Sublime de los Hijos de Gracián.

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